¡Jesús ha resucitado! Este es el anuncio fundamental de la predicación cristiana y es el corazón del Evangelio. Juan vio y creyó no por mirar un sepulcro vacío, sino por mirar en ese sepulcro el cumplimiento de la palabra de los profetas y sobretodo la de Jesús.

La victoria de de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, es también nuestra victoria, y la fuerza de la fe se desprende de vivir convencidamente de esta verdad de nuestra fe que ilumina toda nuestra vida.

La resurrección de Cristo es el acontecimiento más grande de la historia, porque «si Cristo no resucitó vana sería nuestra fe» (ICor 15,14). Contempla este hecho y colócalo en el centro de tu vida.

Imita a María Magdalena que apenas se dio cuenta que Jesús ya no estaba en el sepulcro, no sabía que había resucitado, tú si lo sabes; por lo menos dile a tu familia, ¡Cristo está vivo, ha resucitado!