El añil, un pigmento natural de gran uso global, tiene sus raíces en Niltepec, Oaxaca. Este pueblo no solo es un destacado productor de añil, sino que también alberga una rica tradición comunitaria en torno a su cultivo. Descubre más sobre esta fascinante historia.

 

 

A lo largo de la historia, la humanidad ha utilizado diversos pigmentos naturales. En México, desde tiempos ancestrales, el añil ha sido apreciado por su tono azul único y hermoso. Hoy en día, su producción continúa en Niltepec, Oaxaca, donde la vida de la comunidad está profundamente ligada a este colorante a través del trabajo colectivo y las tradiciones.

El añil, también conocido como índigo, es un colorante textil que produce un profundo tono azul. El término «añil» proviene del árabe hispánico «anníl», que a su vez tiene su origen en la palabra sánscrita «nīla», la cual significa «azul» en español. Por esta razón, se utiliza esta denominación para referirse a las variedades oscuras del azul en el espectro cromático de la luz.

En cuanto al pigmento, varias civilizaciones antiguas lo obtenían de diversos minerales y plantas. En la antigua Mesoamérica, y aún hoy en México, el añil se extrae del jiquilite (Indigofera suffruticosa), un arbusto ramificado de un metro de altura con hojas compuestas que crece en áreas silvestres. Las culturas prehispánicas utilizaban el añil para teñir túnicas y ropajes, y también formaba parte de la fórmula del pigmento azul maya, conocido por su notable fijación tanto en textiles como en pintura mural.

Después de cultivar el jiquilite, las hojas se cortan y se agrupan en racimos. Luego, se trasladan a piletas de cemento, colocando 100 racimos en cada una y llenándolas de agua. Con la exposición a los rayos del sol, comienza la ebullición, y de esta manera se destila de la planta un color verdoso, similar al agua del Mar Caribe.

 

 

Una vez obtenido el extracto de las hojas en la primera pileta, se trasladan a una segunda pileta. Allí, dos personas mueven manualmente enormes varas de otate durante más de seis horas para eliminar la espuma. Así, poco a poco, aparece el color azul oscuro. Una vez obtenido el añil en forma líquida, se extrae lentamente mediante una bomba de agua y se traslada a una tercera pileta. Desde allí, se recoge en jícaras para almacenarlo en enormes tambos que luego son transportados a otro sitio, donde continúa el proceso de escurrimiento del color.El extracto se vierte sobre paños blancos y se deja secar durante uno o dos días. El líquido escurrido se recoge en tejas de adobe. Una vez que el añil adquiere una textura pastosa, se coloca en otra teja y se expone al sol para su secado final y posterior petrificación. El resultado es una pasta, la cual es la forma en que se comercializa este colorante.

El añil se emplea para teñir ropa, así como colorante en alimentos y cosméticos. No obstante, su producción en el país ha disminuido considerablemente, enfrentando una gran amenaza debido al comercio ilegal a través del contrabando. Además, la obtención del añil carece de apoyo gubernamental, lo que agrava aún más la situación.

Estas circunstancias ponen en riesgo el trabajo de la comunidad de Niltepec, quienes han transmitido de generación en generación los secretos del arte de elaborar este colorante natural. En el añil reside la historia y el legado de la comunidad. Desde los más jóvenes hasta los más mayores, toda la familia de los productores participa en su obtención, creando una dinámica única de trabajo colectivo. Proteger y promover su producción es crucial para conservar las tradiciones comunitarias y preservar un conocimiento artesanal que se remonta a siglos atrás. El añil representa uno de los legados más importantes de los antiguos pueblos mesoamericanos para nuestro presente.