Uruapan, Mich.-No importa si el artista era surrealista o impresionista, si los trazos son más finos o más gruesos, ni siquiera si el paisaje de la composición es el fin último de la obra, lo que sí que nos interesa es conocer dónde vivían, veraneaban o viajan en busca de inspiración varios de los pintores más importantes de la Historia.

Esos lugares que vemos reflejados en algunos de los cuadros más importantes del mundo del Arte, y a los que has de viajar enseguida si lo que necesitas es encontrarte con las musas.

 

Litzlberg: Bosque de Abedules I de Klimt

Gustav Klimt, la sensualidad y el simbolismo de su etapa dorada, donde se enmarca su famosa obra El Beso. Las fijaciones del maestro del modernismo fueron los árboles, como los reflejados en esta obra titulada “Bosque de abedules I” (1902), donde continúa la larga tradición centroeuropea de representar bosques alegóricos. Fue realizada durante sus vacaciones junto al lago de Attersee, en Litzlberg.

 

Provenza: La noche estrellada de Van Gogh

Poco podía ver Vincent van Gogh desde la ventana enrejada del asilo Saint-Paul-de-Mausole, en Saint-Rémy-de-Provence, donde se había internado voluntariamente debido a sus problemas mentales. Eso sí, sus problemas no impedían que sus pequeñas pinceladas de óleo dieran vida a “la noche estrellada” (1889).

 

Coyoacán: Autorretrato – El marco de Frida Kahlo

Privada de movilidad, Frida Kahlo empezó a pintar lo único que podía ver desde un espejo: ella misma. Así se inició su afición por los autorretratos, como el titulado “Autorretrato – El marco” (1938). En ella se pueden apreciar la influencia de la pintura retratista mexicana del siglo XIX y los colores del arte popular de raíces indígenas, también presentes en la Casa Azul del 247 de Coyoacán, en Ciudad de México, en la que nació, creció y vivió durante muchos años.

 

Oslo: El grito de Munch

Durante un paseo con unos amigos por los senderos de la colina de Ekeberg, con la ciudad de Oslo de fondo bajo la rojiza puesta de sol, Edvard Munch sintió tal grado de ansiedad decidió inmortalizar esta sensación en una serie de cuadros titulados “El Grito” (1893).

Con información de Traveler.