En el evangelio de hoy Jesús sin duda está desanimado por la actitud de sus discípulos, iba informándoles los momentos difíciles que iba a vivir, lo condenarían a muerte, pero que resucitaría al tercer día, la tristeza era grande y los discípulos ni lo comprendían ni se animaban a preguntar, no querían hablar de la cruz y del dolor. Son de esos temas que uno dice, «mejor no hablar». Venían discutiendo quién era el más importante de entre ellos. No estaban en sintonía con Jesús. ¿Yo estoy en sintonía con Jesús?

Jesús descubre en los discípulos la ambición y decide, y así debe ser, clarificar esa idea de raíz. Los reúne. Se sienta en medio de ellos, con calma y responde a sus inquietudes sobre quien es el más grande. No se es más grande ni por el dinero, ni por el cargo, ni por mi título o experiencia; delante de Dios el más grande es el servidor de todos. Jesús les indica que el camino de la grandeza es el servicio. ¡Con humildad y sin dudarlo soy grande delante de Dios!