Jesús instruye a la gente a través de parábolas. Es imposible que en la vida nos dejamos conducir por un ciego. Dice el evangelio de hoy que los dos caerían en el pozo. En nuestro camino hacia el reino dejémonos conducir por personas que escuchan la Palabra de Dios porque ellas miran con claridad el camino del bien.
Otra de las parábolas de este domingo es la amonestación que Jesús hace a dejar de mirar el pecado ajeno e iniciar a mirar el propio. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no te das cuenta que tú llevas una viga en el tuyo. Antes de criticar o levantar un juicio sobre nuestro hermano, es saludable mirar primero la coherencia de nuestra vida.
Cualquier actitud o comentario de la vida, es creíble si los frutos que producen son buenos para el crecimiento de la persona y la sociedad. La enseñanza que hace Jesús en el evangelio de hoy es muy clara, un árbol bueno da frutos buenos; y un árbol malo da frutos malos. Cuando fuimos creados, el autor del libro del Génesis afirma que todo lo que había hecho Dios era muy bueno. Además al hombre y a la mujer los hizo a su imagen. Este domingo nos da la oportunidad para preguntarnos qué clase de frutos estoy dando en mi vida cristiana, sabiendo que desde el primer día de mi bautismo inicié el camino de la santidad en una comunidad y en un hogar creyente católico.