El papa Francisco se ha declarado este domingo “preocupado” por los incendios que están devastando la Amazonia y ha pedido que “con el compromiso de todos” se puedan extinguir “lo antes posible”. Tras la tradicional oración del Ángelus en la plaza de San Pedro, el Pontífice argentino resaltó la importancia de la Amazonia, ahora en parte pasto de las llamas. Ese pulmón forestal es vital para nuestro planeta.
Desde que fue elegido Papa en 2013, ha convertido la ecología en uno de los pilares de su pontificado. En esa línea, la situación de la selva amazónica y de los pueblos indígenas que la habitan son elementos recurrentes de su magisterio. El próximo octubre se celebrará en Roma, por voluntad suya, un sínodo extraordinario con todos los obispos del mundo para tratar los problemas de la Amazonia y en el que también se propondrá la ordenación sacerdotal de hombres casados para poder garantizar los sacramentos en las zonas más aisladas. Cuando convocó el evento hace dos años,el Papa Francisco señaló que el objetivo de la cumbre sería encontrar nuevos caminos para la evangelización de los indígenas, “a menudo olvidados y sin perspectivas de un futuro sereno, también debido a la crisis de la selva Amazónica, pulmón de capital importancia para nuestro planeta”.
El compromiso para detener la deforestación y otras agresiones depredadoras del territorio y la devastación de las comunidades indígenas son los dos puntos sobre los que se apoya el movimiento eclesial en la Amazonia y los puntos de partida del sínodo. Esta elección no ha gustado a todos los poderes económicos y gobiernos de la región. El presidente brasileño, que con sus acciones ha confirmado su desinterés por proteger la Amazonia, ha sido el primero en clamar públicamente contra la convocatoria del papa Francisco. “Nos quieren robar la Amazonia”, ha dicho en varias ocasiones. “Están tratando de crear nuevos países dentro del territorio brasileño”, apuntó el pasado junio en una entrevista. Como es habitual, el Vaticano no ha respondido al mandatario brasileño, ni ha hecho ninguna alusión directa a su discurso.
En el Instrumentum Laboris del sínodo, el documento de trabajo del que partirán los debates de los obispos en octubre, aprobado por el papa Francisco y que fue presentado a finales de junio se lee: “Hoy día la Iglesia tiene la oportunidad histórica de diferenciarse netamente de las nuevas potencias colonizadoras escuchando a los pueblos amazónicos para poder ejercer con transparencia su rol profético.” También se señala en el texto que “el clamor provocado por la deforestación y la destrucción extractivista exige una conversión ecológica integral”.
Y continúa la denuncia contra la barbarie ambiental: “El cambio climático y el aumento de la intervención humana (deforestación, incendios y cambios en el uso de suelo) están conduciendo a la Amazonia hacia un punto de no retorno, con altas tasas de deforestación, desplazamiento forzado de la población, y contaminación, poniendo en riesgo sus ecosistemas y ejerciendo presión sobre las culturas locales”.