En todas sus presentaciones, con chile o sin el; con jugo limón, con jugo de naranja, con el saladito sabor del queso y con todas sus variantes, el gaspacho se vuelto un icono simbólico de la Capital Michoacana, dejando a todo paladar una sensación única, indescriptible y que satisface los antojos más exigentes.
El Gaspacho, es uno de los símbolos gastronómicos más famosos de Morelia, no es considerado como un platillo de cocina tradicional, pero si como un producto nacido de la fusión de costumbres ancestrales que junto a la época colonial dieron origen a este exquisito anotjito mexicano.
Su combinación puede variar, pero los ingredientes más comunes son: piña, jicama y mango, cortados en cubos. Unas cuantas pizcas de queso rallado, jugo limón, jugo de naranja, cebolla, chile en polvo y sal.
Pará los españoles, que habitaban en Valladolid (hoy Morelia), el «Gaspacho» era una sopa fría de tomate, también llamada «gazpacho andaluz», que estaba hecho a base de jitomate, aceite de oliva, pepino, cebolla y sal; que conforme fue pasando el tiempo y las costumbres y riquezas fructíferas de nuestras tierras, lo transformaron en uno de los antojitos más frescos y deliciosos de Michoacán.
Según, cuentan historiadores de la ciudad, existen registros de gente, vendiendo Gaspachos desde antes de 1985, por lo que, la calidad y sabor no sólo se han mantenido intactos, sino que se han mejorado variantes recetas con el paso del tiempo. Lo que determina el ingenio de los morelianos, para crear botanas, y que ahora forma parte del patrimonio y gastronomía cultural de nuestro estado.