Una de las mayores amenazas para nuestra agricultura, y también para la supervivencia de los ecosistemas, es la sequía. La escasez de agua en un territorio se produce cuando un terreno experimenta falta de lluvia durante un periodo considerable. Y, como muchos procesos meteorológicos de nuestro planeta, guarda una estrecha relación con el cambio climático. Si bien las sequías pueden ser estacionales, o incluso endémicas de una región seca del planeta, algunas regiones de la Tierra están experimentando una desertificación inusual y preocupante, como consecuencia del calentamiento planetario.
Las sequías, –que ponen en riesgo la salud alimentaria del planeta, pudiendo provocar grandes hambrunas, movimientos de refugiados climáticos y desaparición de especies– podrían ser cada vez más intensas y frecuentes en el futuro, según un modelo climático publicado en la revista Geophysical Research Letters por un equipo de investigadores del Centro de Excelencia ARC de Climas Extremos.
Como explican en un comunicado del propio centro, cuantificar cómo el cambio climático impulsa la sequía es una prioridad para poder planificar las políticas de adaptación en la agricultura, la seguridad del agua y la gestión de los ecosistemas.
¿Qué regiones se verán más afectadas?
En la investigación, se estudiaron patrones regionales de sequía para dos escenarios de altas emisiones hasta el año 2100. Los resultados mostraron resultados muy poco halagüeños para varias regiones de nuestro planeta: Australia la Amazonía, el Mediterráneo y el sur de África van a experimentar sequías más frecuentes e intensas a lo largo de este siglo. Es más: aunque se prevé que algunas regiones, como Europa central, se humedezcan y sufran menos el azote de la escasez de agua, incluso estas zonas pueden esperar sequías más intensas a medida que las precipitaciones se vuelven más variables.
En general, la proyección de este equipo de expertos prevé cambios sólidos en la frecuencia y duración de la sequía meteorológica estacional en más del 45 % de la superficie terrestre global.
«Descubrimos que los nuevos modelos producían los resultados más sólidos para futuras sequías hasta la fecha y que el grado de aumento en la duración e intensidad de la sequía estaba directamente relacionado con la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera», en palabras de la autora principal, la Dra. Anna Ukkola. “Solo hubo ligeros cambios en las áreas de sequía en un escenario de emisiones de rango medio versus una vía de emisiones altas. Sin embargo, el cambio en la magnitud de la sequía con un escenario de emisiones más altas fue más marcado, lo que nos dice que la mitigación temprana de los gases de efecto invernadero es importante«, añade.
¿Estamos a tiempo de evitarlo?
Estas proyecciones proporcionan una dirección en la planificación de los recursos hídricos y la identificación de los ecosistemas agrícolas y naturales en riesgo. Prever escenarios catastróficos tiene su parte positiva: nos permite anticiparnos. Pero la principal actuación que los países deben llevar a cabo, más allá de la adaptación, es la mitigación. Como hemos mencionado, estas predicciones vienen dadas para escenarios de altas emisiones; pero reducir la cantidad de gases de efecto invernadero podría aminorar (en mayor o menor medida) los efectos que podrían tener estas sequías sobre nuestro planeta, para intentar que sean menos desastrosos: «Sin embargo, aunque estas ideas se hacen más claras con cada avance, el mensaje que transmiten sigue siendo el mismo: cuanto antes actuemos para reducir nuestras emisiones, menos dolor económico y social enfrentaremos en el futuro», se cita en el artículo.
Los resultados del Centro de Excelencia ARC de Climas Extremos serán dados a conocer ante el próximo informe de evaluación del IPCC (Panel de Expertos del Cambio Climático).
Con información de Muy Interesante