“La historia es un incesante volver a empezar.”
Tucídides
Las artesanías han sido un valor inherente a lo mexicano, principalmente en varios estados, distinción y categoría de sus creaciones. Pero sobre todo aquí en Michoacán y en especial en Uruapan. Las artesanías brotan de las manos de nuestros pueblos, pero no tienen ya un mercado para exhibirlas y venderlas. El mérito de la ciudad de Uruapan ha sido precisamente el haber construido un tianguis, un mercado como no lo hay en otro lugar, para la venta de las artesanías. Y ya tiene muchos años, más de cincuenta. No se sabe exactamente cuándo esto empezó, porque se pierde en los leves intentos de una persona que traía sus productos y los vendía durante la semana santa. O de otra que traía sus platos y sus ollas y los vendía desde el Viernes de Dolores, el domingo de Ramos y algún otro día de la semana santa. Esto que vemos ahora es ya el culmen del crecimiento de este mercado.
He consultado, buscado arduamente, pero en nadie encontré suficiente y de más autoridad como lo que nos dice Doña Marian Storme en su libro “Enjoying Uruapan”, “Disfrutando Uruapan”. Ella fue una mujer norteamericana que vivió en la década de los treinta en esta ciudad de Uruapan, se hospedó casi por 10 años en el Hotel Progreso y escribió varias obras, entre ellas Caminos de Herradura a la tierra Caliente y Disfrutando Uruapan. Tal vez no sea un Cervantes o un Shakespeare de las letras, pero como narradora de los hechos de su tiempo tiene la autoridad suficiente como para construir lo que al principio del Mercado de Artesanía sucedió. Dejamos la palabra a la señora Marian Storm para que ella nos diga cómo en realidad empezó todo eso de las artesanías, ciertamente empezó levemente, no con las miras y los alcances de ahora, sino como empiezan todas las cosas, por el principio e imperceptiblemente.