El Palacio Postal de la Ciudad de México es uno de los edificios más importantes del país, el cual fue diseñado por el arquitecto Adamo Boari, el mismo que construyó el Palacio de Bellas Artes. ¿Ya lo conoces?

La mañana del 17 de febrero de 1907, los periódicos en México anunciaban que ese día el país tendría un nuevo y suntuoso Palacio Postal, el cual inauguraría el presidente Porfirio Díaz. Aquel edificio es hasta el día de hoy, a 111 años de abrir sus puertas, uno de los símbolos de la Ciudad de México, por su belleza arquitectónica y la gran función que aún ofrece.

El periódico El Mundo Ilustrado, que ahora se puede ver en la exposición permanente que se ubica en la entrada del Palacio Postal, señala que la Quinta Casa de Correos de México abriría sus puertas en el espacio que antiguamente ocupó el antiguo Hospital de Terceros de San Francisco. El artículo ilustrado con imágenes de Guillermo Kahlo presume la belleza arquitectónica del lugar y la gran fiesta que se realizaría en honor de este edificio obra del arquitecto italiano, Adamo Boari y del ingeniero mexicano, Gonzalo Garita.

Nosotros llegamos hasta las calle de Tacuba 1, para conocer más de este edificio y descubrir algunos de sus rincones más secretos; para esta misión fuimos recibidos por Helue Yozunne, historiadora y encargada de cultura del edificio de correos, quien nos acompañó a recorrer el lugar. Lo primero que hay que visitar del Palacio Postal es su fachada de cantera de Chiluca que invita a todos los viajeros a tomar imágenes desde su exterior. En la entrada principal, conocida como pan coupé, hay un elegante alfíz mudejar que representa el espíritu de sacrificios y a los que trabajan en silencio por los demás

Dicha entrada también está rematada por un reloj alemán que por el momento se encuentra en reparación. Una vez adentro sorprende la belleza del mármol de portoro italiano y la herrería de bronce, que decora las ventanillas en las que aún se manda el correo. Si caminas un poco hacia la parte central del edificio, te encontrarás con las escaleras y el elevador, que es uno de los tres primeros que se instalaron en la Ciudad de México.

Este espacio te lleva al Patio de los Carteros en donde te recomendamos pararte en el centro y  mirar hacia arriba para apreciar el domo de cristal, el cual tenía como función brindar de luz natural a los trabajadores durante la época que este lugar no tuvo luz eléctrica.

Aunque debes de saber que también este palacio fue de los primeros edificios en el país en contar con este servicio. La siguiente parada será justo debajo de las brillantes escaleras de bronce, nuevamente mira hacia arriba, puedes notar la combinación de estilos arquitectónicos que tiene el lugar, por lo que este sitio es calificado como ecléctico, puedes admirar desde ahí el estilo plateresco y el gótico flamígero.

Nuestro recorrido por los secretos del lugar nos llevó al segundo piso del recinto, aquí conocimos la sala de recepciones, Bartolomé Galloti, lugar que se conserva en poco más del 90% con sus piezas originales y donde se pueden ver pinturas de este artista italiano cuya temática es de niños y adolescentes que leen, escriben, reciben y envían cartas. Los cuadros cuentan con fondos de laminillas hechas de oro fino de 24 quilates y son unas obras de las que vale la pena mirar sus detalles. El dato curioso de este lugar es que se dice que en esta sala Porfirio Díaz se reunió a tomar café con su comitiva poco antes de la inauguración del lugar

A unos pasos de esta sala que sólo puedes admirar durante las Noches de Museos, se encuentra la biblioteca postal con más de 8 mil libros que contienen la historia del correo en México, los cuales son de consulta en el sitio.

Saliendo de la biblioteca debes detenerte un momento a observar la obra de arte “La Tarasca” una obra de Pablo González Magaña elaborada con más de 48 mil estampillas canceladas, en donde se observa a una mujer en el paisaje de Teotihuacan. La obra tardó más de 30 años en realizarse, por el tiempo que el artista tardó en conseguir todas las estampillas.

Finalmente, tuvimos la oportunidad de subir hasta el cuarto piso del recinto y conocer el corazón de este edificio. En este nivel se pueden ver las viguetas de acero que son el esqueleto de todo el edificio, cuya cimentación es de estilo Chicago. Aquí también se puede ver la maquinaria del reloj de la entrada principal y ver el sistema con el que funcionan los elevadores.

Después de este viaje, regresamos a la planta baja del edificio y descubrimos la exposición permanente que se encuentra en el sitio en donde antiguamente estaban las mesas en las que se tenía la tradición de escribir las cartas, darles los últimos retoques o solo ponerles las estampillas antes de enviarlas, aquí encontramos actualmente, buzones antiguos, fotografías, uniformes y otro cuadro de González Magaña con el Escudo Nacional.

Este edificio vale la pena visitarlo, fotografiarlo y conocer su historia. Sin duda este palacio dorado es uno de los iconos de la ciudad.

Con información de México desconocido