Las enfermedades del alcoholismo más comunes son las enfermedades hepáticas, cáncer, infecciones, anemia, gota, neuropatía alcohólica, pancreatitis, enfermedades cardiovasculares, síndrome de Wernicke-Korsakoff, degeneración cerebelosa, síndrome del espectro alcohólico fetal, demencia y depresión.
Tomar unas cervezas u otras bebidas alcohólicas en compañía se considera una conducta aceptable socialmente, que puede ayudar a estrechar lazos con familiares, amigos y conocidos. De hecho, beber una o dos porciones de alcohol al día pueden ser beneficiosas para tu organismo, ya que contribuyen a prevenir enfermedades cardiovasculares e ictus.
Sin embargo, si bebes más de los límites recomendados, el consumo de alcohol puede aumentar el riesgo de desarrollar numerosas enfermedades y provocar otras consecuencias.
Hay pruebas claras de que beber demasiado alcohol afecta a nuestro hígado, estómago, salud mental, circulación sanguínea, tejido nervioso, etc. Así como desembocar en una importante adicción, el alcoholismo, que es considerada una grave enfermedad de difícil recuperación.
Enfermedades causadas por el consumo de alcohol
A continuación, te presento las enfermedades que pueden aparecer si se abusa de las bebidas alcohólicas.
1- Enfermedades hepáticas
Es ampliamente conocido que el consumo excesivo de alcohol afecta a tu hígado. Este órgano se encuentra en la parte superior derecha del abdomen y su función principal es ayudarte a procesar los alimentos, además de actuar como filtro para ciertas sustancias.
¿Qué ocurre cuando bebemos alcohol? Primero, el alcohol llega al estómago e intestinos y posteriormente pasa por nuestro hígado antes de circular por todo el cuerpo.
El hígado posee químicos llamados enzimas que procesan el alcohol, transformándolo en otras sustancias químicas que más tarde se convierten en agua y dióxido de carbono. Estas sustancias sobrantes se expulsan a través de la orina y de los pulmones.
Sin embargo, si bebes alcohol más rápido de lo que puede procesar tu hígado, los niveles de alcohol en sangre se elevan y aparecen los síntomas típicos de la embriaguez o “borrachera”.
Existen tres tipos de daños en el hígado ocasionados por beber más alcohol de lo que el organismo puede tolerar:
– Hígado graso: los bebedores asiduos frecuentemente presentan acumulaciones de grasa en el interior de las células del hígado. Tener grasa en el hígado no produce síntomas ni parece ser grave, el problema es que te predispone a desarrollar una hepatitis si el consumo de alcohol permanece.
Esta condición puede revertirse si el consumo de alcohol se reduce o se detiene.
– Hepatitis alcohólica: se trata de la inflamación del hígado que puede tener diferentes niveles de gravedad según avance la enfermedad. Así, en un grado leve puede que no se den síntomas notorios y solo se detectaría a través de un análisis de sangre.
En cambio, una hepatitis grave produciría mareos, náuseas, piel y ojos amarillentos (por niveles altos de bilirrubina), y en ocasiones, dolores localizados en la zona del hígado. En los estados más graves, puede desarrollarse una insuficiencia hepática, condición que puede ser mortal y que da lugar a confusión, coma, sangrado intestinal y problemas de coagulación de la sangre.
Para tratar la hepatitis alcohólica, evidentemente se debe interrumpir la ingesta de alcohol, se alimentará al individuo a través de un tubo en el estómago y administrarán esteroides.
Si la hepatitis se vuelve crónica, el hígado puede ir dañándose hasta aparecer una cirrosis.
– Cirrosis hepática: es una enfermedad crónica que no puede revertirse. Se caracteriza por la sustitución del tejido hepático sano por tejido cicatricial o fibrosis. Poco a poco ese tejido dañado va aumentando, y puede bloquear la circulación sanguínea. Así, el hígado va dejando de funcionar correctamente, impidiéndose la regeneración normal de las células hepáticas.
Esta condición surge después de más de 10 años bebiendo alcohol de manera excesiva, y aparece en 1 de cada 10 alcohólicos.
Sin embargo, debes saber que no todas las cirrosis son ocasionadas por el alcohol, también aparecen en personas que no abusan de éste y que se encuentran en otras situaciones. La infección por hepatitis B o C, la obesidad, o ciertas enfermedades hereditarias son algunos ejemplos.
2- Cáncer
Desde principios del siglo XX, se sabía que las bebidas alcohólicas consumidas en exceso podían ser cancerígenas. Parece ser que esto ocurre porque el cuerpo convierte el alcohol en una sustancia potencialmente cancerígena llamada acetaldehído.
Más concretamente, en un estudio de la Global Burden of Disease (GBD) se encontró que el alcohol aumenta el riesgo de cáncer en el tracto digestivo superior (boca, orofaringe, esófago y laringe), el inferior (colon, recto e hígado), además de cáncer de mama.
Sin embargo, más recientemente otros estudios están descubriendo conexiones entre el alcohol y otros tipos de cáncer como cáncer de próstata, de estómago, endometrio, páncreas, etc.
Por otro lado, el alcohol consumido con moderación puede ser un factor protector frente a algunos tipos de cáncer como el carcinoma de células renales (Escudo, Parry & Rehm, 2013).
El cáncer es más probable que aparezca si la persona también es fumadora.
3- Infecciones
El sistema inmunológico, que es aquél que nos protege de las infecciones y otros contaminantes externos, parece estar debilitado en individuos que abusan del alcohol.
Por tanto, éstos presentan más fácilmente enfermedades infecciosas como neumonía, tuberculosis, VIH, o enfermedades de transmisión sexual. Éstas últimas son frecuentes, ya que las personas que se intoxican con alcohol son más propensas a ejecutar conductas sexuales de riesgo.
4- Anemia
Puede ocurrir que un excesivo consumo de este tipo de bebidas disminuya el número de glóbulos rojos, que son los que llevan el oxígeno a las células. Esto se conoce como anemia, y da lugar a síntomas como cansancio permanente, falta de aliento y palidez.
La anemia y el alcohol se vinculan por diferentes motivos: el alcohol impide la absorción de hierro, ácido fólico y vitamina B12 (déficits de estas sustancias producen anemia). Por otro lado, los alcohólicos pueden sufrir desnutrición pues normalmente olvidan mantener una dieta equilibrada, lo que promueve la aparición de anemia.
Esta condición se puede detectar a través de un análisis de sangre.
5- Gota
Es un tipo de artritis que da lugar a inflamación en una articulación y aparece de manera repentina. La gota surge por la acumulación de cristales de ácido úrico en la articulación afectada.
Se relaciona con el alcohol ya que éste contiene altos niveles de purina. La purina es una sustancia que, al ser metabolizada en el interior de las células, se produce ácido úrico que puede cristalizarse en las articulaciones.
Se trata con medicamentos que reducen los niveles de ácido úrico en el cuerpo, y una restricción o reducción de alimentos con alto contenido de purina, como las bebidas alcohólicas, las carnes y algunos pescados.
6- Aumento de la presión sanguínea
El consumo de alcohol es un importante factor de riesgo para la hipertensión, situado entre un 5 y un 7% (Fundación Española del Corazón).
Si se abusa del alcohol, se puede alterar el sistema nervioso simpático, que es el que controla la constricción y dilatación de los vasos sanguíneos en respuesta a la temperatura, estrés, o esfuerzos.
Tanto los atracones de comida como el consumo excesivo de alcohol pueden aumentar nuestra presión arterial, y con el tiempo, se convierte en una condición crónica conocida como hipertensión.
La hipertensión puede ocasionar enfermedades renales, problemas de corazón e incluso accidentes cerebrovasculares.
Parece que más de dos copas al día durante periodos de tiempo prolongados, facilitan la hipertensión arterial. Sin embargo, en las últimas investigaciones se ha descubierto que ingestas menores podrían tener este efecto.
7- Neuropatía alcohólica
Se trata de una enfermedad en la que los nervios periféricos se deterioran por daños neurológicos asociados con el consumo de alcohol, ya que éste es tóxico para las células nerviosas.
También aparece por que el alcohol produce una mala absorción de nutrientes como tiamina, vitamina E, vitaminas B12 y B6. Éstas parecen tener un papel importante en mantener los nervios en un estado óptimo.
Los síntomas principales de la neuropatía alcohólica son debilidad, dolor intenso, temblores, y hormigueo, que afectan primariamente a las extremidades.
8- Pancreatitis
Consiste en la inflamación del páncreas, un órgano relacionado con la digestión que produce hormonas (como la insulina) y segrega enzimas digestivas.
Su principal síntoma es dolor abdominal que empeora tras las comidas, además de náuseas, vómitos, fiebre y debilidad. Es una enfermedad potencialmente mortal que debe tratarse enseguida.
Puede tener otras causas, pero un 60% de pacientes con pancreatitis la han desarrollado por un abuso de alcohol.
10- Enfermedades cardiovasculares
Un consumo de alcohol excesivo y, sobre todo, la ingesta de grandes cantidades de alcohol en poco tiempo, promueve que las plaquetas se agrupen en coágulos de sangre.
Éstos coágulos al ir en aumento, pueden obstruir nuestras venas y arterias, lo que aumenta el riesgo de que se produzcan ataques al corazón o accidentes cerebrovasculares.
En las personas que son propensas a tener infartos cardiacos, y ya han sobrevivido a uno, se ha encontrado que el abuso de alcohol puede aumentar el doble el riesgo de muerte.
Otra enfermedad que puede provocar el alcohol es la miocardiopatía, que implica un debilitamiento de los músculos cardíacos. Es una condición grave, ya que al no poder el corazón bombear sangre como debería, se acaban dañando estructuras del sistema nervioso, pulmones, hígado y otros órganos por falta de flujo sanguíneo.
Parece ser que las grandes cantidades de alcohol son tóxicas para las células del músculo cardíaco, sobre todo si se lleva muchos años consumiéndolo en exceso.
11- Síndrome de Wernicke-Korsakoff
Se trata de dos síndromes en uno (encefalopatía de Wernicke y la psicosis de Korsakoff). La encefalopatía de Wernicke es de corta duración, pero de importante gravedad. Se caracteriza por falta de coordinación motora, confusión y parálisis o descontrol de los nervios oculares.
Por otro lado, la siguiente fase que consiste en la psicosis de Korsakoff es crónica y en ella se dan los siguientes síntomas: amnesia, dificultades de aprendizajes nuevos, apatía, dificultades de concentración y falta de conciencia sobre su propia enfermedad (anosognosia).
Se origina por una deficiencia de tiamina (vitamina B1), algo muy común en los alcohólicos, y que provoca daños cerebrales.
12- Degeneración cerebelosa
En alcohólicos crónicos se observa en casi un 27% (y sobre el 38% de los que ya tienen el Síndrome de Wernicke-Korsakoff). Consiste en una atrofia situada en una parte del sistema nervioso denominada cerebelo, produciendo progresivamente inestabilidad y ataxia de la marcha (falta de coordinación y equilibrio al caminar).
Parece ser que proviene también de una falta de tiamina en el organismo.
13- Síndrome del espectro alcohólico fetal
Surge cuando la mujer consume alcohol durante el embarazo, ya que durante éste no debería ingerirse nada de alcohol.
Esto es porque produce numerosos riesgos para el feto como daño cerebral, problemas en el desarrollo, bajo peso al nacer, retraso cognitivo, problemas de concentración… además, los bebés pueden sufrir el síndrome de abstinencia del alcohol una vez que han nacido.
El desarrollo del pequeño también se ve empeorado porque estas madres, si son alcohólicas, suelen sufrir malnutrición, fumar, e incluso consumir otras drogas.
14- Demencia y otros déficits cognitivos
Se sabe que el alcohol tiene efectos neurotóxicos para las células de nuestro cerebro. Por tanto, no es de extrañar que acelere su envejecimiento, dando lugar a dificultades evidentes en los procesos cognitivos.
Es habitual que los alcohólicos que llevan mucho tiempo bebiendo presenten pérdida de memoria, deterioro en la atención, concentración, planificación, así como dificultades para resolver problemas.
Por otro lado, un consumo abusivo también produce desnutrición, que a su vez puede ocasionar múltiples daños en el sistema cognitivo.
15- Depresión
Se ha comprobado que es muy habitual que el consumo excesivo de alcohol curse con depresión. Sin embargo, no se sabe exactamente qué sucede primero, es decir, si la depresión promueve el alcoholismo o es el alcoholismo el que da lugar a depresión. Algo similar parece ocurrir con la ansiedad.
Lo que sí es cierto es que hay personas con afectaciones mentales que tienden a consumir alcohol u otras drogas para aliviar su malestar. Aquellos que poseen algún tipo de trastorno mental acompañado de adicción al alcohol u otras drogas se denomina “patología dual”.
De todas formas, existen investigaciones que han encontrado que los problemas con el alcohol pueden se relacionan con un alto riesgo de depresión. Esto es lo que encontraron unos investigadores de Nueva Zelanda, que analizaron a un grupo de 1055 participantes durante 25 años. No obstante, no conocen la explicación exacta de por qué esto se produce (Fergusson, Boden & Horwood, 2009).
Con información de lifeder