Inscripciones en monumentos, cerámicas y códices atestiguan hoy en día la grandeza de las culturas de lengua náhuatl que, además de todo su desarrollo arquitectónico y científico, forjaron un sistema de escritura y, con él, una literatura digna de ser conocida, especialmente su poesía.
Si bien la conquista de América supuso la destrucción de las instituciones y producciones precolombinas, no todo se perdió. En cuanto a la literatura, sobrevivieron relatos cosmogónicos y anales de la historia, pero sobre todo, poesía.
La lengua náhuatl actuaba en la era prehispánica como una lingua franca del mundo azteca y tolteca. Los aztecas, que llegaron a México-Tenochtitlán hacia el siglo XIII d.C., eran herederos de los toltecas, que habían florecido entre los siglos IX y XI y ya conocían la escritura. Se sabe también que los teotihuacanos hablaban náhuatl y que los olmecas dejaron las más antiguas inscripciones.
Estas culturas desarrollaron un sistema de escritura mixto que incluía signos pictográficos, ideográficos y fonéticos que no han terminado de ser descifrados, si bien es cierto que la mayor parte de su legado fue de tradición oral.
De acuerdo con Miguel León-Portilla, traductor y especialista en la materia, el conquistador Bernal Díaz del Castillo y el misionero Andrés Olmo, también filólogo del náhuatl, atestiguaron la existencia de libros y códices en las culturas prehispánicas. Pero destacó singularmente la obra de Bernardino de Sahagún.
Fraile y cronista, Sahagún compiló mucha de la poesía náhuatl en un manuscrito llamado Cantares mexicanos y en otro llamado Romances de los señores de Nueva España. Estos materiales solo fueron redescubiertos y traducidos en el siglo XIX, momento en el que inicia el estudio de la literatura náhuatl.
Categorías de la literatura náhuatl
Quienes escribían eran llamados o considerados tlamitini, que quiere decir «los que saben cosas». En realidad, los tlamatinime (en plural) fungían como filósofos o poetas.
Desde el punto de vista literario, los documentos encontrados hasta la fecha dan cuenta de dos géneros que fueron cultivados en la era prehispánica:
- Tlatolli (palabra o discurso), relatos y discursos en prosa sobre historia, conocimiento, etc.; incluye los xiuhámatl, que corresponden a los anales de historia;
- Cuícatl (canto), que corresponden a los poemas y cantos.
De todos estos géneros, serán los cuícatl, es decir, los poemas o cantos, el foco de nuestra reflexión. Sobre estos, Miguel León-Portilla ha escrito abundantemente, debido a su relevancia estética y cultural.
Características de la poesía náhuatl
La poesía náhuatl era percibida como una fuente de conocimiento y de memoria ancestral. Por medio de ella, se legaba a las generaciones el conocimiento. Junto a esto, se presume que los cuícatl también eran percibidos como de inspiración divina. En ese sentido, se cree que quienes escribían poesía náhuatl no se consideraban solo poetas, sino filósofos.
Las piezas poéticas que encontramos evocan recuerdos y promueven el diálogo interior, de manera que la espiritualidad y la introspección son elementos muy importantes.
De acuerdo con León-Portilla, a esto se le suma el ritmo y la medida como elementos formales. Se sabe que algunos de estos poemas fueron concebidos para llevar acompañamiento musical o para ser cantados. Los poemas nahuas tienen, así, un tono lírico.
La autoría
Aunque existía una cantidad de literatura anónima, también abundaron los textos firmados. En algunos casos solo se conoce el nombre del poeta. En otros, hay conocimiento de algunos rasgos biográficos.
Si bien algunos escritores nahuas firmaban sus obras, no se regían por nada parecido al individualismo occidental. Los poetas nahuas se acogen a una tradición y, así, acuden unos a otros con total libertad, dentro de un cierto sentido de hermandad y espíritu de colaboración. Al menos eso afirma Zora Rohousová en su ensayo «Debajo el árbol florido».
Para Rohousová, los gremios y grupos elitistas de trovadores prehispánicos compartían el léxico y las imágenes literarias, sin que eso fuera un factor a desestimar, pues la cultura dominante tendía a la percepción de la sociedad como un todo.
Temas y propósitos de la poesía náhuatl
La poesía náhuatl reflexiona sobre los hechos más profundos de la vida, pero no responde preguntas ni llega a conclusiones determinantes. Para los poetas, la vida se presenta como un misterio que no puede ser resuelto.
Este misterio vital es la principal preocupación. La peculiaridad del destino humano, que no es otra cosa que el paso inclemente del tiempo y la inexorable muerte, es la angustia más patente.
Frente a esto, el amor romántico poco puede, No es, en realidad, una preocupación esencial de la poesía. Dicen los investigadores que el amor nunca tuvo cabida en la poesía prehispánica náhuatl, a pesar de la presencia de ciertos poemas eróticos. Y es que no se habla sobre la propia vida o las preocupaciones personales, pues no existe la noción del individualismo, así como no existe el valor estético de la originalidad.
En realidad, los poetas abordan las preocupaciones compartidas por la élite. Sus temas serán, pues, el paso del tiempo, la muerte, la guerra, y la poesía y el arte como flor y canto. Junto a esto, también se representaban los mitos cosmogónicos, las creencias religiosas, la amistad en la tierra y, finalmente, pero no menos importante, la invocación a dios, llamado «el dador de vida».
El estilo en la poesía náhuatl
De acuerdo con León-Portilla, las estrofas de los poemas en lengua náhuatl, así como las unidades de expresión, se organizan por pares, lo que implica que es un desarrollo no lineal al nivel de contenido.
En ese sentido, un rasgo esencial sería el paralelismo. En términos poéticos, el paralelismo se corresponde con aquellas oraciones de connotación afín o versos-línea, en las cuales se ve un complemento o un contraste. León-Portilla expone el siguiente ejemplo: «En Tlatelolco ya se extiende la aflicción/ el sufrimiento ya se conoce» (huexotzincáyotl, folios 6v-7r de Cantares mexicanos).
Otro elemento característico del estilo náhuatl de composición poética es la repetitividad de las ideas que, dentro de un mismo texto, vuelven a emerger una y otra vez. Se presume que esta característica responde a la voluntad de enfatizar el significado y el mensaje.
Pero un elemento que destaca sobre todos es el difrasismo. El difrasismo, tal como lo expone León-Portilla citando a Garibay en su texto, «consiste en aparear dos metáforas que, juntas, dan el simbólico medio de expresar un solo pensamiento».
Entre los ejemplos que señala el mismo León-Portilla, pueden nombrarse los siguientes: In ixtli, in yóllotl, que traduce «rostro, corazón», para referirse a la persona; / In xóchitl, in cuícatl, que significa «flor, canto», para hacer referencia a la poesía; n ibíyotl, in tlahtolli, que quiere decir «aliento, palabra», en alusión a la palabra o al discurso. Ambas palabras de cada grupo son metáforas diferentes del mismo concepto.
Junto a estos elementos de estilo, aparecen también las llamadas partículas interjectivas. Se trata de sílabas sin significado que cumplen la función de dar ritmo y musicalidad al texto.
Clasificación de la poesía náhuatl
Se pueden reconocer diferentes subgéneros dentro de la poesía náhuatl, tal como lo señala León-Portilla, cada uno de los cuales recibe su nombre de acuerdo a su contenido y, en algunos casos, de acuerdo a su función.
Teocuícatl
Los teocuícatl, o cantos a los dioses, eran materia de enseñanza de los calmécac o «casas en hileras». Al igual que los telpuchcalli o «casas de jóvenes», eran una suerte de centros educativos.
Los teocuícatl relataban los hechos primordiales o evocaban a la divinidad. Podían funcionar como himnos sagrados musicalizados para las ceremonias. Tenían también un tono solemne y esotérico.
Xoxicuícatl y xopancuícatl
Es importante saber que para los poetas nahua, la poesía era en sí misma un tema de reflexión, pero se le llamaba metafóricamente. Los xoxicuícatl, o cantos a la poesía (flor), y xopancuícatl, o cantos de primavera, son expresión clara de esto. Por ejemplo, para llamar al poeta se le nombraba como «ave preciosa, pájaro rojo». Así, los poemas serían «flores, perfumes, piedras preciosas o plumas de quetzal».
Cuauhcuícatl, ocelocuícatl y yaocuícatl
Los cuauhcuícatl, o cantos de águilas, los ocelocuícatl, también conocidos como cantos de ocelotes, y los yaocuícatl, que son los cantos a la guerra, son las diversas maneras de nombrar los poemas en que se exaltaban las glorias de los capitanes famosos, las batallas y los triunfos de unas culturas sobre otras. También se podían cantar o actuar.
Icnouícatl
Los icnouícatl, o cantos de tristeza o de angustia (huérfano), por su parte, eran aquellos en los cuales el poeta filosofa sobre los misterios de la vida, como el tiempo y la muerte.
Teponazcuícatl
Los teponazcuícatl son aquellos poemas hechos para ser musicalizados estrictamente. Ellos fueron el origen del drama en la cultura náhuatl.
Ahuilcuícatl y cuecuexcuícatl
Ahuilcuícatl y cuecuexcuícatl son aquellos poemas referidos a los cantos de placer o cantos de cosquilleo respectivamente.
Poetas y poemas nahua
Tlaltecatzin
Nacido hacia 1320. Fue señor de Cuauhchinanco en el siglo XIV. Contemporáneo de Techotlala, señor de Texcoco entre 1357 y 1409. Cantor del placer, la mujer y la muerte.
Canto
En la soledad yo canto
a aquel que es Ometéotl
… En el lugar de la luz y el calor,
en el lugar del mando,
el florido cacao está espumoso,
la bebida que con flores embriaga.
Yo tengo anhelo,
lo saborea mi corazón,
se embriaga mi corazón,
en verdad mi corazón lo sabe:
¡Ave roja de cuello de hule!,
fresca y ardorosa,
luces tu guirnalda de flores.
¡Oh madre!
Dulce, sabrosa mujer,
preciosa flor de maíz tostado,
sólo te prestas,
serás abandonada,
tendrás que irte,
quedarás descarnada.
Aquí tú has venido,
frente a los señores,
tú, maravillosa criatura,
invitas al placer.
Sobre la estera de plumas amarillas y azules
aquí estás erguida.
Preciosa flor de maíz tostado,
sólo te prestas,
serás abandonada,
tendrás que irte,
quedarás descarnada.
El floreciente cacao
ya tiene espuma,
se repartió la flor del tabaco.
Si mi corazón lo gustara,
mi vida se embriagaría.
Cada uno está aquí,
sobre la tierra,
ustedes señores, mis señores,
si mi corazón lo gustara,
se embriagaría.
Yo sólo me aflijo,
digo:
que no vaya yo
al lugar de los descarnados.
Mi vida es cosa preciosa.
Yo sólo soy,
yo soy un cantor,
de oro son las flores que tengo.
Ya tengo que abandonarla,
sólo contemplo mi casa,
en hilera se quedan las flores.
¿Tal vez grandes jades,
extendidos plumajes
son acaso mi precio?
Sólo tendré que marcharme,
alguna vez será,
yo sólo me voy,
iré a perderme.
A mí mismo me abandono,
¡Ah, mi Ometéotl!
Digo: váyame yo,
como los muertos sea envuelto,
yo cantor,
sea así.
¿Podría alguien acaso adueñarse de mi corazón?
Yo solo así habré de irme,
con flores cubierto mi corazón.
Se destruirán los plumajes de quetzal,
los jades preciosos
que fueron labrados con arte.
¡En ninguna parte está su modelo
sobre la tierra!
Que sea así,
y que sea sin violencia.
Cuacuauhtzin
Vivió entre 1410 y 1443 aproximadamente. Fue gobernador y poeta de Tepechpan. Fue también un guerrero con éxito en sus campañas.
Canto triste
Flores con ansia mi corazón desea.
Que estén en mis manos.
Con cantos me aflijo,
sólo ensayo cantos en la tierra.
Yo, Cuacuauhtzin,
con ansia deseo las flores,
que estén en mis manos,
yo soy desdichado.
¿Adónde en verdad iremos
que nunca tengamos que morir?
Aunque fuera yo piedra preciosa,
aunque fuera oro,
seré yo fundido,
allá en el crisol seré perforado.
Sólo tengo mi vida,
yo, Cuacuauhtzin, soy desdichado.
Tu atabal de jades,
tu caracol rojo y azul así los haces ya resonar,
tú, Yoyontzin.
Ya ha llegado,
ya se yergue el cantor.
Por poco tiempo alégrense,
vengan a presentarse aquí
los que tienen triste el corazón.
Ya ha llegado,
ya se yergue el cantor.
Deja abrir la corola a tu corazón,
deja que ande por las alturas.
Tú me aborreces,
tú me destinas a la muerte.
Ya me voy a su casa,
pereceré.
Acaso por mí tú tengas que llorar,
por mí tú tengas que afligirte,
tú, amigo mío,
pero yo ya me voy,
yo ya me voy a su casa.
Sólo esto dice mi corazón,
no volveré una vez más,
jamás volveré a salir sobre la tierra,
yo ya me voy, ya me voy a su casa.
Sólo trabajo en vano,
gocen, gocen, amigos nuestros.
¿No hemos de tener alegría,
no hemos de conocer placer, amigos nuestros?
Llevaré conmigo las bellas flores,
los bellos cantos.
Jamás lo hago en el tiempo del verdor,
sólo soy mendigo aquí,
sólo yo, Cuacuauhtzin.
¿No habremos de gozar,
no habremos de conocer el placer, amigos nuestros?
Llevaré conmigo las bellas flores,
los bellos cantos.
Tochihuitzin Coyolchiuhqui
Vivió entre el siglo XV y el XVI. Fue gobernador de Teotlatzinco, contemporáneo de Nezahualcóyotl. Se le conoce como hijo de Itzcóatl, mexica que gobernaba Tenochtitlán.
Sólo vinimos a soñar
Así lo dejó dicho Tochihuitzin,
así lo dejó dicho Coyolchiuhqui:
De pronto salimos del sueño,
sólo vinimos a soñar,
no es cierto, no es cierto
que vinimos a vivir sobre la tierra.
Como yerba en primavera
es nuestro ser.
Nuestro corazón hace nacer,
germinan flores de nuestra carne.
Algunas abren sus corolas,
luego se secan.
Así lo dejó dicho Tochihuitzin
Nezahualcóyotl
Nezahualcóyotl o coyote que ayuna (1402-1472). Monarca chichimeca de Texcoco. Principal aliado militar y político de los mexicas. Llamado el Rey Poeta.
A dónde iremos
¿A dónde iremos
donde la muerte no exista?
Más, ¿por ésto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.
Aún los príncipes a morir vinieron,
los bultos funerarios se queman.
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.
Vea también 11 poemas de Nezahualcóyotl.
Nezahualpilli
Vivió entre 1464 y 1515 aproximadamente. Sucedió a su padre Nezahualcóyotl en Texcoco. La nobleza lo consideró el más apto de los herederos. Fue poeta y lo tuvieron por hombre justo y sabio. Se le atribuyen más de 100 hijos.
Así vino a perecer Huexotzinco
Estoy embriagado,
está embriagado mi corazón:
Se yergue la aurora,
ya canta el ave zacuán
sobre el vallado de escudos,
sobre el vallado de dardos.
Alégrate tú, Tlacahuepan,
tú, nuestro vecino, cabeza rapada,
como cuexteca de cabeza rapada.
Embriagado con licor de aguas floridas,
allá en la orilla del agua de los pájaros,
cabeza rapada.
Los jades y las plumas de quetzal
con piedras han sido destruidos,
mis grandes señores,
los embriagados por la muerte,
allá en las sementeras acuáticas,
en la orilla del agua,
los mexicanos en la región de los magueyes.
El águila grita,
el jaguar da gemidos,
oh, tú, mi príncipe, Macuilmalinalli,
allí, en la región del humo,
en la tierra del color rojo
rectamente los mexicanos
hacen la guerra.
Yo estoy embriagado, yo cuexteca,
yo de florida cabellera rapada,
una y otra vez bebo el licor floreciente.
Que se distribuya el florido néctar precioso,
oh hijo mío,
tú, hombre joven y fuerte,
yo palidezco.
Por donde se extienden las aguas divinas,
allí están enardecidos,
embriagados los mexicanos
con el florido licor de los dioses.
Al chichimeca yo ahora recuerdo,
por esto sólo me aflijo.
Por esto yo gimo, yo Nezahualpilli,
yo ahora lo recuerdo.
Sólo allá está,
donde abren sus corolas las flores de guerra
yo lo recuerdo y por eso ahora lloro.
Sobre los cascabeles Chailtzin,
en el interior de las aguas se espanta.
Ixtlilcuecháhuac con esto muestra arrogancia,
se adueña de las plumas de quetzal,
de las frías turquesas se adueña el cuextécatl.
Ante el rostro del agua, dentro de la guerra,
en el ardor del agua y el fuego,
sobre nosotros con furia se yergue Ixtlilotoncochotzin,
por esto se muestra arrogante,
se apodera de los plumajes de quetzal,
de las frías turquesas se adueña.
Anda volando el ave de plumas finas,
Tlacahuepatzin, mi poseedor de las flores,
como si fueran conejos los persigue el joven fuerte,
el cuexteca en la región de los magueyes.
En el interior del agua cantan,
dan voces las flores divinas.
Se embriagan, dan gritos,
los príncipes que parecen aves preciosas,
los cuextecas en la región de los magueyes.
Nuestros padres se han embriagado,
embriaguez de la fuerza.
¡Comience la danza!
A su casa se han ido los dueños de las flores ajadas,
los poseedores de los escudos de plumas,
los que guardan las alturas,
los que hacen prisioneros vivientes,
ya danzan.
Arruinados se van los dueños de las flores ajadas,
los poseedores de los escudos de plumas.
Ensangrentado va mi príncipe,
amarillo señor nuestro de los cuextecas,
el ataviado con faldellín color de zapote,
Tlacahuepan se cubre de gloria,
en la región misteriosa donde de algún modo se existe.
Con la flor del licor de la guerra
se ha embriagado mi príncipe,
amarillo señor nuestro de los cuextecas.
Matlaccuiatzin se baña con el licor florido de guerra,
juntos se van a donde de algún modo se existe.
Haz ya resonar
la trompeta de los tigres,
el águila está dando gritos
sobre mi piedra donde se hace el combate,
por encima de los señores.
Ya se van los ancianos,
los cuextecas están embriagados
con el licor florido de los escudos,
se hace el baile de Atlixco.
Haz resonar tu tambor de turquesas,
maguey embriagado con agua florida,
tu collar de flores,
tu penacho de plumas de garza,
tú el del cuerpo pintado.
Ya lo oyen, ya acompañan
las aves de cabeza florida,
al joven fuerte,
al dueños de los escudos de tigre que ha regresado.
Mi corazón está triste,
soy el joven Nezahualpilli.
Busco a mis capitanes,
se ha ido el señor,
quetzal floreciente,
se ha ido el joven y fuerte guerrero,
el azul del cielo es sus casa.
¿Acaso vienen Tlatohuetzin y Acapipíyol
a beber el florido licor
aquí donde lloro?
Macuilxochitzin
Macuilxochitzin es el nombre de una mujer poeta. Puede traducir la venerable Cinco Flor o referir a uno de los títulos del dios de las artes, del canto y la danza. Nace cerca del año 1435 en Tenochtitlán, y fue hija de Cihuacoatl Tlacaelel, consejero real de los aztecas. Se hizo madre de Cuauhtlapaltzin, príncipe azteca.
Canto
Elevo mis cantos,
Yo, Macuilxóchitl,
con ellos alegro al “Dador de la Vida”,
¡comience la danza!
¿Adonde de algún modo se existe,
a la casa de Él
se llevan los cantos?
¿O sólo aquí
están vuestras flores?,
¡comience la danza!
El matlatzinca
es tu merecimiento de gentes, señor Itzcóatl:
¡Axayacatzin, tú conquistaste
la ciudad de Tlacotépec!
Allá fueron a hacer giros tus flores,
tus mariposas.
Con ésto has causado alegría.
El matlatzinca
está en Toluca, en Tlacotépec.
Lentamente hace ofrenda
de flores y plumas
al “Dador de la Vida”.
Pone los escudos de las águilas
en los brazos de los hombres,
allá donde arde la guerra,
en el interior de la llanura.
Como nuestros cantos,
como nuestras flores,
así, tú, el guerrero de cabeza rapada,
das alegría al “Dador de la Vida”.
Las flores del águila
quedan en tus manos,
señor Axayácatl.
Con flores divinas,
con flores de guerra
queda cubierto,
con ellas se embriaga
el que está a nuestro lado.
Sobre nosotros se abren
las flores de guerra,
en Ehcatépec, en México,
con ellas se embriaga el que está a nuestro lado.
Se han mostrado atrevidos
los príncipes,
los de Acolhuacan,
vosotros los tecpanecas.
Por todas partes Axayácatl
hizo conquistas,
en Matlatzinco, en Malinalco,
en Ocuillan, en Tequaloya, en Xocotitlan.
Por aquí vino a salir.
Allá en Xiquipilco a Axayácatl
lo hirió en la pierna un otomí,
su nombre era Tlílatl.
Se fue éste a buscar a sus mujeres,
Les dijo:
“Preparadle un braguero, una capa,
se los daréis, vosotras que sois valientes.”
Axayácatl exclamó:
“¡Que venga el otomí
que me ha herido en la pierna!”
El otomí tuvo miedo,
dijo:
“¡En verdad me matarán!”
Trajo entonces un grueso madero
y la piel de un venado,
con ésto hizo reverencia a Axayácatl.
Estaba lleno de miedo el otomí.
Pero entonces sus mujeres
por él hicieron súplica a Axayácatl.
Cacamatzin
Cacamatzin o Cacama vivió entre 1483 y 1520. Gobernó en Texcoco. Hijo de Nezahualpilli y de Chalchiuhnenetzin, hermana de Moctezuma.
Canto
Amigos nuestros,
escuchadlo:
que nadie viva con presunción de realeza.
El furor, las disputas
sean olvidadas,
desaparezcan
en buena hora sobre la tierra.
También a mí solo,
hace poco me decían,
los que estaban en el juego de pelota,
decían, murmuraban:
¿Es posible obrar humanamente?
¿Es posible actuar con discreción?
Yo sólo me conozco a mí mismo.
Todos decían eso,
pero nadie dice verdad en la tierra.
Se extiende la niebla,
resuenan los caracoles,
por encima de mí y de la tierra entera.
Llueven las flores, se entrelazan, hacen giros,
vienen a dar alegría sobre la tierra.
Es en verdad, tal vez como en su casa
obra nuestro padre,
tal vez como plumajes de quetzal en tiempo de verdor
con flores se matiza,
aquí sobre la tierra está el Dador de la vida.
En el lugar donde suenan los tambores preciosos,
donde se hacen oír las bellas flautas
del dios precioso, del dueño del cielo,
collares de plumas rojas
sobre la tierra se estremecen.
Envuelve la niebla los cantos del escudo,
sobre la tierra cae lluvia de dardos,
con ellos se oscurece el color de todas las flores,
hay truenos en el cielo.
Con escudos de oro
allá se hace la danza.
Yo sólo digo,
yo, Cacamatzin,
ahora sólo me acuerdo
del señor Nezahualpilli.
¿Acaso allá se ven,
acaso allá dialogan
él y Nezahualcóyotl
en el lugar de los atabales?
Yo de ellos ahora me acuerdo.
¿Quién en verdad no tendrá que ir allá?
¿Si es jade, si es oro,
acaso no tendrá que ir allá?
¿Soy acaso escudo de turquesas,
una vez más cual mosaico volveré a ser incrustado?
¿Volveré a salir sobre la tierra?
¿Con mantas finas seré amortajado?
Todavía sobre la tierra, cerca del lugar de los atabales,
de ellos yo me acuerdo..
De Axayácatl
Su nombre significa rostro de agua. Vivió entre 1469 y 1481. Fue un gobernante mexica. Sucesor de Moctezuma I y padre de Moctezuma II.
Canto
Ha bajado aquí a la tierra la muerte florida,
se acerca y ya aquí,
en la región del color rojo la inventaron
quienes antes estuvieron con nosotros.
Va elevándose el llanto,
hacia allá son impelidas las gentes,
en el interior del cielo hay cantos tristes,
con ellos va uno a la región donde de algún modo se existe.
Eras festejado,
divinas palabras hiciste, a pesar de ello has muerto.
El que tiene compasión de los hombres, hace torcida invención.
Tú así lo hiciste.
¿Acaso no habló así un hombre?
El que persiste, llega a cansarse.
A nadie más forjará el Dador de la Vida.
¡Día de llanto, día de lágrimas!
Tu corazón corazón está triste.
¿Por segunda vez habrán de venir los señores?
Sólo recuerdo a Izcóatl,
por ello la tristeza invade mi corazón,
¿Es que ya estaba cansado,
venció acaso la fatiga al Dueño de la Casa,
al Dador de la Vida?
A nadie hace el resistente sobre la tierra.
¿A dónde tendremos que ir?
Por ello la tristeza invade mi corazón.
Continua la partida de gentes,
todos se van.
Los príncipes, los señores, los nobles
nos dejaron huérfanos.
¡Sentid tristeza, oh vosotros señores!
¿Acaso vuelve alguien,
acaso alguien regresa
de la región de los descarnados?
¿Vendrán a hacernos saber algo
Motecuhzoma, Nezahualcóyotl, Totoquihuatzin?
Nos dejaron huérfanos,
¡sentid tristeza, oh vosotros señores!
¿Por dónde anda mi corazón?
Yo, Axayácatl, los busco,
nos abandono Tezozomoctli,
por eso yo a solas doy salida a mi pena.
A la gente del pueblo, a las ciudades,
que vinieron a gobernar los señores,
las han dejado huerfánas.
¿Habrá acaso calma?
¿Acaso habrán de volver?
¿Quién acerca de esto pudiera hacerme saber?
Por eso yo a solas doy salida a mi pena.
Con información de cultura genial