El desierto cuaresmal es para entrar en nosotros y, en un clima de diálogo con Dios, es decir, de oración, aprender a escuchar la voz de Dios y distinguirla de las tentaciones del enemigo.
La Cuaresma es el tiempo especial que la Iglesia ofrece para entrar con Jesús al desierto, allí, en el silencio, debemos retomar nuestra tarea, nunca acabada de la conversión. Esta tarea no es fácil, porque tendrá in acérrimo enemigo: el demonio, quien por todos los medios nos hará desistir de esta tarea, e incluso nos invitará a volver a los pecados de nuestra vida pasada.
A la sociedad, como a Jesús en el desierto, también se le presenta un sin número de tentaciones de poder, tener y de fama superficial que han generado crisis.
Son las mismas propuestas que el demonio le hizo a Cristo en el desierto y las rechazó. Las propuestas de poder que te ofrece la sociedad, son decadentes porque se fundamentan en un tremendo individualismo. ¡Recházalas como Cristo!