Uruapan, Mich.- Karl Heinrich Marx (5 de mayo de 1818, Tréveris, Alemania — 14 de marzo de 1883, Londres, Reino Unido), filósofo, intelectual y militante comunista, fue uno de los pensadores de mayor influencia mundial al sentar las bases teóricas del socialismo científico, del marxismo y del comunismo moderno. Sus obras abordan la filosofía, la política, la historia, la economía y la sociología, en consecuencia uno de sus temas frecuentes fue también la religión.
Todos hemos oído la frase más conocida de Marx sobre la religión, donde la califica como “el opio del pueblo”, pero esta sola acepción opaca muchas otras ideas profundas (y hasta poéticas) en torno a la religiosidad, desarrolladas por al pensador humanista a lo largo de sus distintas obras.
En el bicentenario del influyente autor de El capital, seleccionamos diez citas clave para entender la idea marxista de la religión.
1.- La miseria religiosa es, por una parte, la expresión de la miseria real y, por otra, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado del alma de un mundo desalmado, porque es el espíritu de los estados de alma carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo.
2.- El sentimiento religioso es también un producto social.
3.- La religión aporta satisfacciones imaginarias o fantásticas que desvían cualquier esfuerzo racional por encontrar satisfacciones reales.
4.- La religión es el corazón de un mundo descorazonado.
5.- Toda crítica comienza por la crítica a la religión.
6.- La religión, en cuanto eco ideológico, es la conciencia invertida de un mundo invertido.
7.- La lucha contra la religión es la lucha contra aquel mundo cuyo aroma espiritual es la religión. La miseria religiosa es la expresión de la miseria real y la protesta contra ella.
8.- La religión es el gemido del oprimido.
9.- El cristianismo imparte a los hombres una doble vida y ofrece los goces imaginarios del cielo como un solaz para las miserias reales de esta vida.
10.- Cuanto más de sí mismo el hombre le atribuye a Dios, menos deja para sí mismo. El hombre es el ser supremo para el hombre.
Con información de Milenio