Uruapan, Mich.- Una de las tradiciones que se llevan a cabo, en esta ciudad, previo al Domingo de Ramos, es el ritual de Palmeros, que consiste en una expedición al cerro de La Ahuja, en el municipio de Gabriel Zamora, la cual realizan exclusivamente los varones, de todas las edades. Ellos se ofrecen voluntariamente para ir a colectar las hojas de palma real que habrán de ser utilizadas en los arreglos tejidos, más conocidos como Ramos.
Cabe mencionar que este ritual es una tradición que se vio interrumpida en 1934 y luego retomada en 1997, por un puñado de uruapenses en el barrio de la Magdalena; tradición que ha ido creciendo en organización, número de participantes y lucimiento, que aunque tiene que ver con tradiciones de la religión católica, tiene un fuerte impacto de la raíz original, de la cultura de los purhépechas.
Se comenzarán a girar las invitaciones para los dirigentes culturales y palmeros del resto de los barrios fundadores, ya que a pesar de que todos los participantes conocen de esta actividad que fue rescatada hace más de 20 años, el ritual exige un riguroso protocolo. Precisamente en el barrio de la Magdalena se llevó a cabo por última vez en 1934. Este ceremonial en su época antigua fue consignado en la obra Enjoying Uruapan (Disfrutando Uruapan) de la escritora estadounidense Marian Storm, quien al llegar en tren a esta ciudad, vivió varios años en ella, registrando sus expresiones culturales y estilo de vida; pero sobre todo enamorándose de La Perla del Cupatitzio.
La gente recuerda que fue en 1997, cuando el galardonado maestro maqueador Juanito Valencia, del barrio de la Magdalena, fue de los que retomaron este ritual con la gente de San Lorenzo, acompañado únicamente de la familia de Pedro Victoriano Cruz y su papá, el ahora finado trovador de la Meseta purhepecha, Juan Victoriano Cira. La ceremonia que tomó elementos de la gente purépecha que Fray Juan de San Miguel y Vasco de Quiroga transformaron, mezclándolos con las creencias judeocristianas, traídas con el catolicismo español, para sus propios fines, de evangelización y dominación espiritual para contar con mano de obra barata y muchas veces gratuita; fue prohibida por el clero aproximadamente en 1934. Lo mismo ocurrió con ceremoniales tales como el carnaval, el corpus y el ritual de las aguadoras, los cuales fueron prohibidos por los sacerdotes, pero que han sido retomados desde fines del siglo pasado por los habitantes de los barrios tradicionales.
Cada año un barrio tradicional es el encargado de organizar esta ceremonia que a pesar de los simbolismos católicos recuerdan las creencias de los purépecha que tenían que ver con la relación de los seres humanos con la naturaleza y los ciclos anuales.
En esta ocasión el barrio turno de dicha ceremonia será el barrio de San Pedro en donde se llevarán actividades como: Conferencia acerca del ritual de palmeros, elaboración de cuartas o chicotas en la Huatapera, recepción de los palmeros, la salida hacia el cerro de Charapendo entre otras actividades; las chicotas son unos látigos de hasta 3 metros y medio de largo, que se tejen con mecate de henequén y que se tiñen y se adornan de acuerdo al gusto del palmero. Antes medían hasta 5 metros, pero como el espacio en las calles se ha ido reduciendo también las cuartas. Las chicotas o cuartas sólo tienen la finalidad de ser usadas para `Los Palmeros´. Se dice que para estas fechas no se pueden tronar cuetes y precisamente la finalidad de los accesorios es simular el sonido de los juegos pirotécnicos. El desfile de los palmeros se caracteriza por el chasquido de las chicotas, el cual recuerda el ruido que hacen los escopetazos.
Los cargueros de este Ritual de Palmeros 2018 son: Ramón Urbina Mora, Ulises Aguilar Piñón, Ignacio Guerrero Piñón y Antonio Tungüi Urbina.