Jesús conoce muy bien el ambiente campesino del cual proviene, utiliza imágenes sencillas de ese contexto para explicar las verdades profundas de Dios. La parábola de la semilla que se desarrolla por sí sola llama a escena a Dios. Dios interviene al inicio sembrando el campo y luego echa mano de la hoz, pues ha llegado el momento de la cosecha.

La realización del reino no depende de ti, tiene en sí mismo la fuerza de un crecimiento silencioso y natural y divino y así crece en cada persona. Colabora para que el reino de Dios crezca en ti y luego en tus hermanos.

El reino de Dios no quiere indiferencia o quietismo, sino compromiso y disponibilidad.

El reino crece desapercibidamente, no seas indiferente a este don. Procura cuidarlo, amarlo y compartirlo.