Nacida en Sahuayo el 30 de marzo de 1928, Leticia Lilia Amezcua Prado, conocida artísticamente como Lilia Prado, mostró desde niña aptitudes artísticas que la convertirían en una de las grandes figuras de la llamada Época de Oro del Cine Mexicano.
Considerada la Marilyn Monroe mexicana por su sensualidad y atributos físicos, Lilia Prado dejó una profunda huella en nuestro cine y su nombre evoca a los grandes realizadores que la dirigieron, entre ellos Luis Buñuel. Pronto se convirtió en el canon de la belleza de la mujer mexicana y su proyección en la pantalla grande resultó inmaculada para su legión de admiradores.
Su andar en los foros fílmicos comenzó en 1947 con la película Tania, la bella salvaje, oportunidad en un pequeño papel que le brindó Juan Orol. Previamente había soñado actuar en un circo y ser bailarina, así mismo cursó estudios de actuación con el gran Celestino Gorostiza, aunque no terminó la carrera, sin embargo sus dotes naturales le permitieron incursionar en el cine llamando rápidamente la atención de los más prestigiados realizadores de la época
La bella actriz michoacana alternó créditos con estrellas de la talla de Sara García, Luis Aguilar, Pedro Armendáriz, los Soler, David Silva, Miroslava Stern, Jorge Mistral, Mario Moreno Cantinflas, Adalberto Martínez Resortes, Rosa Carmina, Antonio Badú, Arturo de Córdova y Emilio Indio Fernández, por mencionar algunos, siendo dirigida, entre otros, por Ismael Rodríguez, Roberto Gavaldón, Rogelio A. González y Luis Alcoriza.