La Cuaresma que iniciamos el miércoles de ceniza tiene un objetivo, prepararnos para celebrar la Pascua con Jesús. Las tentaciones de Jesús en el desierto que nos narra el evangelio de hoy tienen un objetivo, decirnos que las invitaciones al pecado por parte del demonio deben ser vencidas. Jesús dialogó con el demonio y supo darle las respuestas puntuales. Esto nos dice que estemos atentos a dialogar con el demonio porque podría hacernos caer si no tenemos las respuestas adecuadas. Acostumbrémonos esta cuaresma a evitar el diálogo con el demonio y recordemos las palabras del Papa Francisco, con el demonio no se dialoga.
LAS TENTACIONES
El demonio le propone a Jesús convertir una piedra en pan. Parece una propuesta inofensiva, pero le está sugiriendo que caiga en la trampa del poder.
Luego le propone que se arrodille y le adore. El demonio ofrece poder y gloria como si él pudiera otorgarla. La gloria y el poder no son el camino de la redención.
Luego lo lleva a la parte mas alta de templo y le pide arrojarse, pues afirma que el Padre le enviará unos ángeles para que su pie no tropiece.
El camino que Jesús escogió para entregarnos la salvación, es el camino de la humildad, el servicio y la entrega de la vida por sus hermanos. Otro camino no es proyecto de Dios.