“La historia es un incesante volver a empezar.”

(Tucídides)

De las raíces más profundas de la Historia brotamos las personas, como individuos y como sociedad. Nadie es ajeno a esta realidad. Todos tenemos ese origen común y por allí vamos con el alcance bien definido. Eso somos también aquí en Uruapan, una porción de la sociedad, esparcida en estas geografías tan hermosas, en estos rincones tan michoacanos, en estas hojas tan llenas de vigor y en estos frutos tan prometedores, paraíso sin duda de abundancia, de hermosura, de verdad.

Foto aérea del primer cuadro de la ciudad de Uruapan.

  Da gusto ver cómo Uruapan sube y baja por los lomeríos de su valle, por las tenues protuberancias de su geografía, por los pinares, hace tiempo y por las filas infinitas de sus huertas de aguacate, tan características de su realidad. Lo mismo da gusto ver cómo suben y bajan esas filas de vida aguacatera por las colinas y por los cerros que no se les ve el fin. Salimos de una huerta para ya estar en otra y otra y otra. Es la vida y la forma de vida de la gente avecinada en este lugar y en los pueblos y ciudades circunvecinas: Pátzcuaro, Tacámbaro, Peribán, los Reyes, Zitácuaro. Unos más, otros menos, pero todos perciben la calidad de la mantequilla natural del paraíso. Untar un pedazo de pan con esa mantequilla es algo que en pocos lugares se da y de eso presume esta ciudad.

  Cuando venga a esta ciudad no olvide visitar algunas de sus huertas o de sus empacadoras: Íntimo placer del turismo natural para placer del alma y tranquilidad de conciencias inquietas. Pero Uruapan no sólo es eso, también es arquitectura, también es pintura, también es música, también es artesanía. Busque y aquí encontrará.