En una carta publicada este martes 8 de febrero, el Papa Emérito Benedicto XVI pidió personalmente perdón a las víctimas de abusos dentro de la Iglesia y respondió a un informe que cuestionaba su gestión de los casos durante su mandato como Arzobispo de Múnich entre 1977 y 1982.

En la carta, de casi mil palabras, Benedicto XVI señaló que su dolor es aún mayor debido a su gran responsabilidad: “He tenido una gran responsabilidad en la Iglesia Católica. Tanto más grande es mi dolor por los abusos y errores que se han producido durante el tiempo de mi mandato en los respectivos lugares”.

Respuesta a las acusaciones

La carta ha sido publicada junto a un documento en el que se reafirma la inocencia del Papa Emérito. Este análisis, compuesto de tres hojas y firmado por cuatro de sus asesores (tres canonistas y un abogado experto en libertad de expresión) es una respuesta a las críticas recogidas en el informe sobre abusos cometidos en la Arquidiócesis de Múnich y Freising entre 1945 y 2019, y que fue presentado el 20 de enero.

El Cardenal Joseph Ratzinger -futuro Benedicto XVI-, dirigió esta arquidiócesis entre 1977 y 1982. El Papa Emérito, quien ha negado enfáticamente las acusaciones, entregó previamente un documento firmado de 82 páginas a los investigadores.

Los responsables del informe critican a Benedicto XVI por el manejo de cuatro casos.

Sin embargo, en el análisis de los hechos presentado este 8 de febrero, sus colaboradores defienden que Benedicto XVI “no tenía conocimiento de los abusos sexuales cometidos o sospecha de abusos sexuales cometidos por sacerdotes” en ninguno de los casos mencionados en el informe.

Además, aseguran que Benedicto XVI “no mintió ni hizo una declaración falsa” respecto a su presencia en la reunión del 15 de enero de 1980, en la que se abordó el traslado del sacerdote Peter Hullermann de la Diócesis de Essen a la Arquidiócesis de Múnich para que siguiera una terapia; y no para que asumiera responsabilidades pastorales.

El sacerdote Hullermann, citado por los medios como H y en el documento de los colaboradores de Benedicto XVI como X, fue suspendido en la Diócesis de Essen en 1979 luego de ser acusado de abusar de un niño de 11 años. Fue transferido en 1980 a la Arquidiócesis de Múnich para que siguiera una terapia. Finalmente fue hallado culpable de acosar a menores en una parroquia de la Arquidiócesis en 1986.

Un error no intencionado

Respecto a la citada reunión, en su carta publicada este martes Benedicto XVI explicó que “en la gigantesca tarea de redacción del documento para responder a las acusaciones de los autores del informe, durante la fase de redacción se produjo un descuido en cuanto a mi asistencia a la reunión del Ordinariato del 15 de enero de 1980. Este error, que desgraciadamente se ha producido, no ha sido intencionado y espero que sea disculpable”.

Benedicto XVI se refirió a su memorial de 82 páginas que presentó a la firma de abogados que elaboró el informe sobre los abusos en la Arquidiócesis de Múnich.

“Me chocó profundamente que el descuido se utilizara para dudar de mi veracidad, e incluso para presentarme como un mentiroso”, expresó Benedicto XVI.

En el análisis de los hechos emitido este martes junto con la carta del Papa Emérito, sus asesores aseguran que en el momento de la reunión de 1980, el futuro Papa “no era consciente de que Hullermann -al que sólo identifican como Sacerdote X- era un abusador ni que fuese insertado en la actividad pastoral de la Arquidiócesis de Múnich”.

“Se trataba exclusivamente del alojamiento del joven Sacerdote X en Múnich porque tenía que hacer terapia allí. Esta petición fue atendida”, dice el texto firmado por los juristas Stefan Mückl, Helmuth Pree, Stefan Korta y Carsten Brennecke.

“Durante la reunión no se mencionó el motivo de la terapia. Por lo tanto, en la reunión no se decidió comprometer al abusador en el trabajo pastoral”, señalaron los asesores de Benedicto XVI.

Una “sentida petición” de perdón

En su carta, Benedicto XVI recordó que la celebración de la Misa comienza con un acto penitencial en el que los católicos piden perdón a Dios, confesando que han pecado mucho “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”.

“En todos mis encuentros, especialmente durante mis numerosos viajes apostólicos, con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, he mirado a los ojos las consecuencias de una culpa muy grande y he aprendido a comprender que nosotros mismos somos arrastrados a esta culpa tan grande cuando la descuidamos o cuando no la afrontamos con la decisión y la responsabilidad necesarias, como ha sucedido y sucede con demasiada frecuencia”, lamentó.

“Como en aquellos encuentros, una vez más sólo puedo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi profundo dolor y mi más sincera petición de perdón”.

Asimismo, defendió que “cada caso individual de abuso sexual es atroz e irreparable. Las víctimas de abusos sexuales tienen mi más profunda simpatía y siento un gran dolor por cada caso individual”.

“Cada vez comprendo más la repugnancia y el miedo que Cristo experimentó en el Monte de los Olivos cuando vio todo lo terrible que tendría que superar interiormente. El hecho de que los discípulos estuvieran dormidos en ese momento es, por desgracia, una situación que también se repite hoy y por la que también me siento interpelado. Así que sólo puedo rezar al Señor e implorar a todos los ángeles y santos y a vosotros, queridos hermanos y hermanas, que recéis al Señor, nuestro Dios, por mí”.

Agradece el apoyo del Papa Francisco

“Me han conmovido aún más las numerosas expresiones de confianza, los cálidos testimonios y las conmovedoras cartas de aliento que he recibido de tantas personas. Estoy especialmente agradecido por la confianza, el apoyo y las oraciones que el Papa Francisco me ha expresado personalmente” dijo el papa Emérito y subrayó que está “particularmente agradecido por la confianza, el apoyo y la oración que el Papa Francisco me expresó personalmente».

“El Señor es un juez justo, amigo y hermano”

“Pronto me enfrentaré al juez definitivo de mi vida. Aunque pueda tener muchos motivos de temor y miedo al mirar hacia atrás en mi larga vida, me alegro, sin embargo, porque creo firmemente que el Señor no sólo es el juez justo, sino también el amigo y el hermano que ya ha sufrido él mismo mis defectos y es, por tanto, como juez, también mi abogado”, explicó Benedicto XVI.

“En vista de la hora del juicio, se hace evidente para mí la gracia de ser cristiano. Ser cristiano me da conocimiento y, más aún, amistad con el juez de mi vida y me permite atravesar con confianza la oscura puerta de la muerte”, aseguró.

“A este respecto, no dejo de recordar lo que nos dice Juan al principio del Apocalipsis: ve al Hijo del Hombre en toda su grandeza y cae a sus pies como muerto. Sin embargo, Él, poniendo su mano derecha sobre él, le dice: «¡No temas! Soy yo…», expresó Benedicto XVI.