En la cosmovisión egipcia, la vida terrenal era solo una preparación para la vida después de la muerte. Por ello, los espacios funerarios del Imperio eran más vistosos y simbólicos que las residencias cotidianas. Esto también aplicaba a la realeza, que, a pesar de su lujo en vida, tenía aposentos funerarios aún más elaborados. Un ejemplo es el Valle de los Reyes, un umbral exclusivo a la Eternidad para los personajes más influyentes de la Antigüedad.
El Valle de los Reyes se construyó cerca de Tebas, destinado a ser la mayor necrópolis de Egipto. Durante el Imperio Nuevo (c. 1550 a.C.-1070 a.C.), los faraones eligieron un sitio cerca de Luxor como su descanso final. Según el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto, este fue uno de los periodos más prósperos del imperio, permitiendo a la realeza construir a lo grande, como era su costumbre.
Según las excavaciones, el Valle de los Reyes se construyó sobre la cama seca de un antiguo río, cerca de los templos tebanos pero alejado de la vida común. Ubicado al oeste del Nilo, seguía la mitología egipcia, donde Seth, dios de la guerra, renacía en esta región. Se creía que quienes reposaran en el valle también renacerían en la eternidad.
La intención era que los miembros de la familia del faraón compartieran un lugar para la vida eterna. Sin embargo, según el Ministerio, también se permitió el descanso de personajes de alto rango social, aunque no fueran de sangre real. Comandantes, sacerdotes, altos funcionarios y líderes militares también tenían derecho a un espacio entre los más destacados del Imperio.
Al igual que tenían un lugar cerca de la residencia real, también se les concedía un sitio de descanso junto a la familia del faraón. Los arqueólogos estiman que en el Valle de los Reyes hay más de 60 tumbas, y otras 20 inacabadas que son poco más que fosas.
Según The Theban Mapping Project, docenas de faraones y altos mandatarios egipcios aún reposan en el Valle de los Reyes, aunque muchos nombres se perdieron debido a saqueos. Sin embargo, en el último siglo se han descubierto tumbas notables como la de Tutankamón (Tumba 62), Yuya y Thuyu (Tumba 46), Maiherperi (Tumba 36), los hijos de Ramsés II (Tumba 5), Amenhotep III y Sethy I, cuya tumba es considerada una de las más hermosas del valle. A pesar de estos hallazgos, aún queda mucho por explorar.