En el evangelio de hoy Jesús hace una pregunta sobre su identidad, qué pensaba y qué decía la gente de él. Por la respuesta que recibe Jesús era un enviado de Dios, alguien extraordinario; y en seguida la pregunta es directa para sus discípulos, ¿y ustedes, qué dicen?. Pedro afirma que es el Mesías, el Ungido, palabra con la que se identificaba a quien vendría a liberarlos de la servidumbre extranjera. Error de Pedro y la comunidad. Es como si hoy me preguntaran qué digo de Jesús y dijera que vino a conseguirme trabajo y a dame el billete premiado de la lotería. ¡No! Vino a enseñarme el camino del bien, de la santidad, del reino.
Viene la segunda parte del evangelio. Jesús quiere ponerme las cosas en claro. Su programa no el de sacudir al pueblo de los romanos, vino a salvarme muriendo y entregando la vida para la remisión de los pecados, algo que Pedro y la comunidad no entendían al inicio, por eso Pedro intenta evitarlo, y Jesús le dice satanás, que quiere decir, «adversario», porque se opone al plan de Dios que consiste en salvar al mundo por medio de la cruz por mí.