¿Sabías qué? Cada año se fabrican entre 15 a 20 mil millones de lápices en todo el mundo. Si colocáramos cada lápiz de punta a punta, se extendería de la tierra a la luna siete veces.

Un lápiz y un sueño, pueden llevarte a cualquier parte del mundo” Joyce Meyer

A la par de los grandes adelantos tecnológicos, el lápiz se ha mantenido como una de las más fieles herramientas de trabajo, no solo escolar, sino de la vida cotidiana. El primer contacto con un lápiz se inicia desde la infancia, durante el periodo de aprendizaje, luego de que este bien común es necesario para realizar actividades que van desde la escritura hasta la creación artística y técnica. En esta cuarta revolución industrial sigue siendo útil y eficaz; coexistiendo, sin peligro de desaparecer, con ordenadores, tabletas y otras herramientas modernas.

Es por ello que la empresa alemana Faber Castell juega un papel importante en la historia del lápiz, al ser esta una de las iniciadoras de los procesos modernos de fabricación y producción del indispensable instrumento de madera. En 1839 Caspar Faber fue la primer persona en grabar su nombre con un lápiz; en tanto Faber Castell fue fundada hace 240 años y hasta 1849 abre su primera sucursal fuera de Alemania, para ubicarla en Nueva York.

En la actualidad, la misma empresa mantiene una producción global de 5.5 millones de lápices diarios; cuenta con 16 centros de producción en el mundo; 120 representantes a nivel mundial y seis mil 500 empleados. Ahora bien, esto solo representa una parte de entre 15 y 20 mil millones de lápices que crean al año en todo el mundo.

El lápiz forma parte de nuestra vida. Usar un lápiz es una experiencia única y compleja. Engloba la percepción visual del trazo sobre la superficie del papel, la sensación de tocar y manejar entre los dedos de la mano la pequeña barra de madera con punta mineral y la conexión mental y emocional que emprendemos al escribir o dibujar.