Uruapan, Mich.- Los mosquitos pueden aprender a asociar un olor particular con un desagradable choque mecánico similar a ser aplastado y, como resultado, evitarán ese olor la próxima vez.
Es la conclusión de un estudio publicado en Current Biology por científicos de la Universidad de Washington, sobre la reacción de estos insectos al hecho de verse atacados cuando intentan picar.
«Una vez que los mosquitos aprendieron los olores de una manera aversiva, esos olores causaron respuestas aversivas en el mismo orden que las respuestas a DEET, que es uno de los repelentes de mosquitos más efectivos», explica uno de los científicos, Jeffrey Riffell, de la Universidad de Washington, en Seattle, Estados Unidos. «Además, los mosquitos recuerdan los olores aprendidos durante días», añade.
Los mosquitos no deciden a quién morder al azar, sino que muestran preferencias obvias hacia algunas personas sobre otras. Además, alternan huéspedes estacionalmente, alimentándose de aves en el verano y mamíferos y aves durante otras partes del año, por ejemplo. Riffell y sus colegas querían saber más sobre cómo podría influir el aprendizaje en las preferencias mordaces de los mosquitos.
Como primer paso, entrenaron a los mosquitos emparejando el olor de una persona o especie animal en particular (una rata frente a un pollo) con un choque mecánico. Para el choque mecánico, usaron una máquina vortexer para simular las vibraciones y aceleraciones que un mosquito podría experimentar cuando una persona intenta golpearlo.
Los insectos aprendieron rápidamente la asociación entre el olor del huésped y el choque mecánico y usaron esa información para decidir en qué dirección volar. Curiosamente, no pudieron aprender a evitar el olor de un pollo.
Un estudio adicional mostró que la dopamina también es esencial en el aprendizaje de mosquitos. Los mosquitos genéticamente modificados que carecen de receptores de dopamina perdieron la capacidad de aprender.
Los investigadores también pegaron a los mosquitos a un soporte personalizado impreso en 3D que permitía a los insectos volar mientras se registraba su actividad de las neuronas en el centro olfativo de sus cerebros. Esos experimentos demostraron que, sin dopamina, esas neuronas tenían menos probabilidades de activarse. Como resultado, los mosquitos fueron menos capaces de procesar y aprender de la información del olor.
Los hallazgos pueden tener implicaciones importantes para el control de mosquitos y la transmisión de enfermedades transmitidas por mosquitos, según los investigadores. «Al comprender cómo están tomando decisiones los mosquitos sobre a quién picar, y cómo influye el aprendizaje en esos comportamientos, podemos entender mejor los genes y las bases neuronales de los comportamientos –dice Riffell–. Esto podría conducir a herramientas más efectivas para el control de mosquitos».
Con información de Milenio