La transfiguración fue momentánea, decíamos, como “una probadita”, pero para llegar a transfigurarnos a imagen de Jesús por el don de la resurrección en el último día, primero tenemos que desfigurarnos con él en el monte calvario. En el monte calvario Jesús se transfigurará de otra manera, como hombre herido, fracasado, lastimado, se desfigurará por el amor.
Esta cuaresma estás llamado a «subir al monte elevado» con Cristo y gustar cada gesto sencillo de ternura, amor, y servicio. No te quedes con esas riquezas; sal al encuentro de tus hermanos y compárteles esa experiencia sagrada.
Cuando tus hermanos te digan «que gusto estamos contigo», significa que les estás trasmitiendo signos de esperanza cristiana. La sociedad tiene sed de signos concretos de amor y redención que le regresen la esperanza cristiana, no como algo lejano o utópico, sino como algo real.