Cuenta la antigua leyenda que la hermosa princesa purépecha Huanita se enamoró perdidamente de Tangáxhuan, quien era sobrino y heredero de Tariácuri, fundador del Imperio Purépecha, que se extendió por el territorio que hoy comprende el estado de Michoacán, así como parte de Jalisco y Guanajuato.
Huanita, en un descuido, fue secuestrada por Candó, un sacerdote sacrílego, quien la mantuvo oculta en una yácata (antigua construcción en forma de pirámide de las culturas prehispánicas de Michoacán) de Cutzé. La princesa lloró tanto su desgracia que formó un lago con sus lágrimas. Por ello, Camécuaro significa “lugar de la amargura oculta”.
Tangáxhuan se enteró del lugar donde tenían aprisionada a Huanita. Emprendió de inmediato el rescate de su amada. Mientras el noble purépecha bajaba por el cerro vio a lo lejos a Candó. Entonces tomó una flecha, tensó su arco y disparó. Aquella saeta atravesó al secuestrador y se clavó en un sabino, el cual se partió y de allí brotó un manantial de agua verde que jamás se seca.
Dicen las personas que se adentran al fondo del lago de Camécuaro, que entre sus aguas suele a parecer la figura de una hermosa mujer que les jala los pies y desea retenerlos con ella por siempre.