Los tiempos mejores son estos. Los pasados ya se fueron, los futuros aún no están, sólo los presentes nos pertenecen, son nuestros, los podemos mejorar o empeorar. Y ya lo decía Víctor Hugo: “El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.” Por tanto no nos hagamos ilusiones que el futuro, que las cosas que vienen, que lo que haremos después. Sí, buscar que lo que venga sea mejor, pero con las acciones de ahora. Sólo por ahí iremos a las geografías y a los lugares mejores de nuestra propia historia.

Al celebrar la Semana Santa que no es otra cosa que un respiro para tomar aire y darnos cuenta de que el significado de la vida no sólo es lo externo que lleva nuestra Historia, sino también lo interior que nos tiene aquí, con la esperanza de que vamos por caminos externos, es cierto, pero también por caminos que ni sospechamos o ni entendemos, pero que están ahí para ponernos en las luces completas de la existencia y esta es la luz de la Historia. Tal vez, por eso García Márquez nos lo decía de esta forma: “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.” Estamos insertados en la Historia. Una parte de lo nuestro, se fue con el pasado, otra está atenta al porvenir, pero la más importante está anclada en este presente que es lo que nuestro, que es todo lo nuestro: Lo que es apto para nuestra felicidad humana y divina. No nos confundamos.