“La llamada crisis de los 40 dejó de ser un mito, estudios recientes en diferentes países y dados los diversos factores de investigación, han concluido que la felicidad radica en varios aspectos que a continuación te presentamos.”
Al menos según una extensa investigación en 134 países hecha por el economista David Blanchflower, profesor de la Universidad Dartmouth College y exmiembro del Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra.
Según el estudio, publicado esta semana por la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos, existe una «curva de la felicidad» que está presente en la mayor parte de los países. No deja de ser sorprendente que en contextos culturales tan distintos el patrón se repita: nos sentimos mejor en la adolescencia, somos más infelices hacia finales de los 40 y luego valoramos el sentido del bienestar cuando nos acercamos a la vejez.
Básicamente, lo peor está en el medio, mientras que los mayores momentos de bienestar se encuentran en la etapa inicial de la vida y después de los 50. Y pasados los 50 años, los estudios revelaron que, «te vuelves más agradecido por lo que tienes». No se trata de que las condiciones de vida objetivas vayan a mejorar necesariamente, pero lo que varía es la percepción del bienestar.
Menos aspiraciones
Desde un punto de vista psicológico, hay varias teorías que pueden ayudar a explicar el fenómeno. Una de ellas es que en la medida que las personas envejecen, aprenden a adaptarse a sus fortalezas y debilidades, al tiempo que disminuyen sus aspiraciones inviables. Otra es que las personas más optimistas viven más tiempo. A la tendencia general en la percepción de bienestar, se suma también el factor económico.
Cambios en el cerebro
Jonathan Rauch, investigador del centro de estudios Brookings Institution en Washington, analizó el tema y publicó el libro «La curva de la felicidad: por qué la vida mejora después de los 50». Luego de entrevistar a expertos en el tema provenientes de distintas disciplinas, el autor detectó que nuestro cerebro va experimentando cambios a medida que envejecemos y que cada vez se enfoca menos en la ambición y más en las conexiones personales.
Rauch explica la crisis de los 40 como una «brecha de expectativas», dado que muchos se dan cuenta sus expectativas eran demasiado ambiciosas. Los jóvenes caen en un «error de pronóstico» porque sobrestiman la felicidad que produciría alcanzar ciertas metas. En cambio, los mayores, se quitan el peso de esas expectativas y tienen más habilidades para manejar sus emociones.
Fuente: BBC NEWS