Seguramente cuando los hijos son pequeños y rebeldes desearíamos que fueran más obedientes. Pero si miramos más allá de esta primera infancia, nos daríamos cuenta de que no querríamos que, el día de mañana, fueran sumisos, sino que tuvieran criterio propio y decidieran conociendo o anticipando las consecuencias de sus actos. En definitiva, seguramente querríamos que fueran responsables. ¿Cómo podemos fomentar la responsabilidad en los hijos?; esto me lleva considerar que “la responsabilidad se lleva muy bien con dos conceptos clave: la felicidad y la inteligencia” y nos ofrece claves para construir esa responsabilidad día a día.

Los hijos responsables son más felices

Si pensamos en hijos a los que se les da todo hecho, que no tienen apenas responsabilidades ni decisiones que tomar, podríamos pensar que les estamos haciendo la vida más fácil y eso les haría felices. Incluso si pensamos en niños a los que les pedimos obediencia a nuestras normas podríamos pensar que también les estamos haciendo la vida más llevadera al dejarles bien claro qué tienen que hacer, cuándo, cómo.

Pero lo cierto es que las nuevas generaciones quieren ser protagonistas de su propia vida, sentirse capaces, útiles y competentes. Y que, en la medida en que se sienten capaces y protagonistas, tienen una autoestima más alta. Según Eva Millet, cuando se resisten al muy habitual gesto de hacer las cosas por los hijos “les están diciendo: tú puedes”. Sin embargo, al no fomentar que se responsabilicen de su vida, se les está diciendo: “tú no puedes”, “déjame a mí, que yo sé” o “no confío en ti”.

Lo que está claro es que los hijos responsables son capaces de tomar decisiones, de asumir riesgos y de reconocer sus propios errores. En definitiva, son más autónomos. Y, como nos dice Silvia Álava, “la felicidad está muy ligada al sentimiento de capacidad. Cuando los niños no saben resolver las cosas por sí mismos, eso va en contra de su propia felicidad”.

Hijos responsables que aprenden a tomar decisiones

Nos recuerda Antonio Ortuño que “la responsabilidad se construye de forma progresiva. A diario tenemos multitud de ocasiones para fomentarla”. Y se fomenta la responsabilidad, especialmente, dejando tomar decisiones. Porque lo cierto es que si pretendemos la obediencia (por ejemplo, que el niño o adolescente nos haga caso y ordene su habitación) no le dejamos margen de decisión y, si no cumple lo que ordenamos, nos enfadaremos, estaremos desbordados emocionalmente. Esta escena tan típica, dice Antonio Ortuño, “es una oportunidad perdida para educar en la responsabilidad”.

¿Cómo podríamos dar la vuelta a esta situación? Podríamos dejar que el niño o adolescente decidiera si recoge o no la habitación, pero controlando las consecuencias: si recoge puede ver la tele, si no recoge no podrá verla. Pero Antonio Ortuño deja muy claro que “las emociones deben ser las mismas, decida una cosa o la otra”.

Claves para educar hijos responsables

  1. Dejar que los hijos tomen decisiones y vivan las consecuencias de sus actos. Por ejemplo, si no ha cogido el almuerzo para el colegio por mucho que se lo hayan recordado, fomenta más su responsabilidad dejar que viva la consecuencia natural de este olvido (no tiene almuerzo) que volver corriendo a casa estresado a tomarlo y llevárselo al colegio.
  • Hablar de las consecuencias que pueden tener sus actos si no cumplen una norma. Por ejemplo, si en casa crees que no pueden ver la tele hasta que ordenen el cuarto, deberías dejarlo claro, explicar esa norma y su consecuencia y dejar que experimenten la consecuencia si no cumplen dicha norma.
  • Conversar ellos sobre sus responsabilidades y dejarles que se hagan cargo. Educar es extenuante y más aún si tienes que hacerte cargo de una logística que él o ella puede asumir. Para liberarnos de tanto peso, pueden decirles que se deben hacer cargo de preparar la mochila con los materiales que necesitan para sus actividades escolares y extracurriculares, por ejemplo natación o hockey.
  • Permitir que resuelvan sus pequeños problemas, debatiendo con ellos sobre posibles consecuencias o repercusiones que anticipas para apoyarles a tomar la decisión que ellos creen más acertada. Por ejemplo, si tienen una pelea con un amigo y no saben cómo actuar con el amigo al día siguiente, podríamos hablar con ellos de las posibles alternativas y apoyarles para que elijan la que más les satisfaga.
  • Entender que el objetivo educativo de los padres es enseñarles a elegir bien y no a obedecer, y menos aún en función de la culpa o el desborde emocional. Esta idea puede ayudarles a rebajar la tensión (tal vez así pueden entender sus retos como formas de aprendizaje y no como afrentas personales) y a dejar de estar detrás de ellos, porque lo que se quiere es que decidan por ellos mismos.