Los encantos de michoacán no se limitan a las manifestaciones culturales de un pueblo de gran inventiva; la naturaleza también ha hecho su parte. Sus 214 kilómetros de playas escondidas– muchas de ellas vírgenes y con dramáticos acantilados que bordean el océano pacifico- funcionan como el contrapunto perfecto a la elegancia colonial de los pueblos asentados en las planicies.

Mientras tanto, las zonas montañosas del noroeste ofrecen un espectáculo insospechado: la visita de millones de mariposas monarca, que viajan desde las tierras boreales de América para pasar el invierno y reproducirse en los bosques michoacanos. Por su ubicación en el eje neovolcánico, el Estado tiene además numerosos lagos de origen volcánico, como Pátzcuaro, Cuitzeo y Zirahuén, que desde épocas prehispánicas han sido objeto de numerosas manifestaciones culturales y religiosas.

Por todo ello, Michoacán ostenta varios sitios patrimonio mundial de la humanidad entre ellos, el centro histórico de Morelia, el santuario de la mariposa monarca y, como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, las celebraciones indígenas dedicadas a los muertos, la gastronomía michoacana, y la máxima expresión de la música vocal purépecha: la pirekua.

Fuente: México desconocido.