La Iglesia católica mexicana prohibía el celibato y los diezmos, obligaba a los sacerdotes a trabajar y tenía su propio papa. Conoce la historia del movimiento que quiso competir con el Vaticano.
Aunque parezca difícil de creer, en el siglo XX México dio a luz una institución religiosa que competía frontalmente contra la autoridad del Papa de Roma. Se trata de la Iglesia Ortodoxa Católica Apostólica Mexicana o Iglesia Católica Apostólica Mexicana.
El movimiento fue una consecuencia secundaria de la Independencia de México, tras la cual los sucesivos gobierno mexicanos entraron en incertidumbre diplomática con el Vaticano. Por su puesto, el clero mexicano se polarizó y existieron facciones con distintas posturas.
Entre las exigencias del clero mexicano se encontraba el deseo de regresar a las fuentes apostólicas y la reinserción del rito mozárabe a las liturgias. El movimiento de réplica fue liderado por José Joaquín Pérez Budar.
Una iglesia mexicana
José Joaquín Pérez Budar nació en 1851 en la ciudad de Oaxaca, cuna de movimientos liberales. Durante su juventud apoyó a Porfirio Díaz, tras lo cual fue nombrado coronel del ejército. Se casó a los 22 años, pero enviudó inmediatamente, por lo cual decidió ingresar al seminario en 1881.
Pérez Budar estuvo en constante conflicto con otros clérigos y autoridades civiles desde inicios de su carrera. Se afilió a la masonería y se amistó con los líderes protestantes promovidos durante el periodo juarista.
Aunque la Iglesia católica romana impuso varias sanciones a Pérez Budar, éste continuó teniendo una actitud cismática. Durante la Revolución Mexicana, fue partidario de Venustiano Carranza.
Tras ser trasladado a Iztapalapa, Pérez Budar se radicalizó. El 21 de febrero de 1925 se reunió con sus partidarios sindicalistas en el barrio de La Merced para tomar la Iglesia de La Soledad. Aunque no logró su objetivo, proclamó la fundación de la “Iglesia católica apostólica mexicana”.
Un año más tarde, la Guerra Cristera estalló como conflicto bélico entre el gobierno del presidente Plutarco Elías Calles y la Iglesia católica romana. Contrario a lo que se ha señalado, Elías Calles no emprendía una represión contra la religión, sino específicamente contra el poder clerical.
“Sé que esas personas que han venido a gritar “Viva Cristo Rey”, [no] lo hacen porque sepan quién fue Cristo, sino porque las han aconsejado en el curato […]. Yo recomiendo a los que están gritando ” ¡Viva Cristo Rey!” [que] digan, a quienes les aconsejaron desde el púlpito, ¡que ya nos encontraremos en el campo de la lucha y que los volveremos a derrotar como los hemos derrotado siempre […]! Nosotros no venimos combatiendo ninguna religión; como revolucionarios hemos luchado en contra del clero mismo, porque se respeten todas las creencias y todas las opiniones. A mí me atacan porque saben que no podrían sobornarme nunca, porque entienden, y entienden bien, que sé luchar como revolucionario por el mejoramiento de los desvalidos, contra sus más grandes enemigos: el capitalismo, el latifundismo y el clero.”
Plutarco Elías Calles, 1923.
Un proyecto nacionalista
La diversidad religiosa beneficiaba la cruzada del gobierno, por lo cual rápidamente se reconoció la alternativa fundada por Pérez Budar. Por su parte, el clero romano respondió excomulgado a Pérez y a su feligresía.
Entre las principales características de la Iglesia católica apostólica mexicana se encontraban:
- Libertad de interpretación de la Biblia.
- Liturgia exclusivamente en español.
- Abolición del celibato.
- Actividades gratuitas con exclusivamente voluntarios
- Los sacerdotes debían tener un empleo civil, no podían vivir de las limosnas donadas por los fieles.
- Veneración a los santos y a la Virgen María.
La iglesia mexicana se presentó como un movimiento popular y una voz para lo humildes. Frente al catolicismo romano expresaba querer “detener la sangría de millones de pesos que anualmente remitían los católicos mexicanos al Vaticano; para que los sacerdotes mexicanos tengan el derecho de gobernar su propia Iglesia y no sean desplazados por sacerdotes extranjeros de los mejores templos; para establecer el respeto irrestricto a las leyes mexicanas y a la Constitución de 1917.”
El 22 de febrero de 1925, la iglesia mexicana intentó realizar su primera misa. Aunque la iglesia se abarrotó, fieles romanos infiltrados intentaron linchar al padre Manuel Luis Monge, encargado de oficiar la liturgia.
Al día siguiente, el gobierno de Elías Calles dio la orden de proteger a los católicos mexicanos, sin embargo, una turba de personas leales a Roma se manifestó. El altercado tuvo que ser dispersado con agua proveniente de los camiones de bomberos.
Fin de la Iglesia Mexicana
En los meses siguientes la iglesia mexicana siguió ganando fieles. Incluso sectores cupulares de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), como Luis N. Morones se manifestaron a favor. Los líderes sociales posrevolucionarios tenían una marcada identidad nacionalista, por lo cual veían en la empresa de Pérez Budar un acto de justicia y emancipación de Roma.
‘La independencia mexicana estaba realizada a medias, el 21 de febrero de 1925, José Joaquín Pérez y un grupo de sacerdotes patriotas vinieron a completarla’, decían
Finalmente, Plutarco Elías Calles intervino directamente en el conflicto entre romanos y mexicanos; expropió la Iglesia de La Soledad de La Merced y la convirtió una biblioteca. A los católicos mexicanos se les otorgó iglesia de Corpus Christi, ubicada frente al Hemiciclo a Juárez de la Ciudad de México. Con ello, Pérez Budar se convirtió en el patriarca de la Iglesia ortodoxa mexicana y dicho inmueble su Santa Sede. La iglesia sólo atrajo temporalmente a algunos fieles y sacerdotes. En Tabasco, fue auspiciada por el enemigo de Dios, Tomás Garrido.
Con el fin de la Guerra Cristera, se promovió un proceso de conciliación entre el Estado y la Iglesia Católica Romana. Pérez Budar murió en 1931, se reconcilió con el catolicismo romano y la iglesia mexicana se debilitó. En 1930, la Iglesia de La Soledad volvió a estar bajo la tutela del Vaticano.
“Abjuro de todos los errores en que he caído, sea contra la santa fe, sea contra las legítimas autoridades de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, única verdadera. Me arrepiento de todos mis pecados, y pido perdón a Dios, a mi prelados y a todos aquellos a quienes he escandalizado con mis errores y mi conducta. Protesto que quiero morir en el seno de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, confiado en la bondad de Jesucristo nuestro señor, y de mi madre amorosa la santísima virgen de Guadalupe; creo todo lo que la misma Santa Iglesia nos enseña, y exhorto a todos a no apartarse de ella, porque es la única arca de salvación. México, octubre 6 de 1931. “
Declaración de José Joaquín Perez Budar.
Tras la muerte de Pérez Budar, José Eduardo Dávila se convirtió en el primer papa mexicano bajo el nombre de Eduardo I. Durante el cónclave los cismáticos exclamaron: Habemus pontificem… electus est pontifex maximus Eduardus Dávila qui assumit nomen Eduardus Primus.
Ha sido poco estudiado el pontificado de Eduardo I, para algunos simplemente fue un disparate. Tiempo después, Eduardo dejó de llamarse Papa y con el tiempo su iglesia desapareció.
Fuente: México Desconocido