La mayoría de las personas conoce la palabra epidemia, que en términos simples se utiliza para decir que un gran número de personas están padeciendo lo mismo de forma simultánea. Pueden ser situaciones sociales, como la epidemia de violencia que se viven en muchas regiones de Michoacán o de México en general. Aunque es más usual usarla para referir enfermedades físicas, como la infame epidemia que tuvo origen en el año 2009 en Veracruz causada por el virus de la influenza A/H1N1.
Sin embargo, pocas veces se ha hablado sobre epidemias suscitadas por enfermedades mentales. Ciertamente podría ser es un tanto desconcertante ¿cómo pueden existir epidemias de enfermedades mentales si los trastornos mentales parecen tan personales?
Porque hasta la fecha nadie dirá que existe un virus del TOC (trastorno obsesivo-compulsivo) que es capaz de dispersarse. Aunque sí existen casos de personas que han sucumbido y esta epidemia actual lleva el nombre de “depresión”.
La depresión, según datos de la OMS, se ha convertido en la principal causa de problemas de salud y discapacidad en todo el mundo. Sí, México está incluido, de hecho, aquí es el primer lugar de discapacidad para las mujeres y el noveno para los hombres. Además, se estima que el 9.2% de la población ha sufrido depresión, que una de cada cinco personas sufrirá depresión antes de los 75 años y que los jóvenes presentan tasas mayores.
Aunque la depresión en mujeres puede tener relación con cambios hormonales, también es importante mencionar que el género es un factor determinante, la obligación de cumplir con los deberes asociados con la maternidad, el matrimonio y las opresiones que se viven por el hecho de ser mujer y estar obligada a cumplir con ciertos roles son causa de la depresión.
La violencia de la que son víctimas las mujeres es un factor importante que desencadena la depresión, en este sentido, el 35% de la diferencia por género en depresión podría explicarse por el abuso sexual ocurrido en la infancia a niñas.
Una de las consecuencias más graves de la depresión es el suicidio, y en Michoacán, de acuerdo con cifras registradas por la Fiscalía General del Estado, suman 88 suicidios en lo que va del año. El reporte supone un alarmante aumento de la tasa de suicidios en la entidad.
Según las estadísticas del INEGI, en 2015 se reportaron 169 suicidios en “el alma de México”, y ese año se colocó como segunda causa de muerte en el país, en el grupo poblacional de los 15 a los 29 años.
Entonces, si la depresión y el suicidio van en aumento y afecta a todo el mundo, claramente estamos ante una epidemia.
Víktor Frankl, quien fue psiquiatra y neurólogo, fundó la logoterapia en el siglo XX. Él ya había vislumbrado que la depresión sería el mal que aquejaría nuestra época y mencionó que los problemas de nuestro tiempo vendrían encaminados por una frustración existencial del hombre moderno que no encuentra la manera de satisfacer su necesidad de sentido, de dar un contenido coherente de significados, valores y trascendencia a su existencia.
El cuestionarnos por el sentido de la vida no es patológico; es algo totalmente humano, parte ineludible del tener consciencia de sí mismo y del ser en el mundo.
Se convierte en generador de patologías cuando la pregunta por el sentido de la propia vida no obtiene respuestas, cayendo así en un vacío existencial crónico que empuja al absurdo, a la agresividad, la apatía, el aburrimiento, la adicción, depresión y suicidio.
Las personas, a causa del estilo de vida que se lleva en la actualidad, va del estrés de un día a día acelerado por el trabajo y las ocupaciones, a la ansiedad y el aburrimiento del tiempo libre. Famosa es la “neurosis del domingo”, día en que las personas se enfrentan al vacío de una vida sin sentido que “se aparece” sin remedio cuando no hay algo en que pensar.
El ritmo incesable de la semana es incluso, en ocasiones, un intento evasivo de la frustración existencial, siendo frecuente que ese ritmo lo lleven también al fin de semana a través del deporte extremo o del festejo exorbitado.
Ahora ha salido a la luz una reciente investigación en la revista Nature, un metaanálisis genético, coautoría de alrededor de 300 científicos de 161 instituciones de diversos países, donde se comparan los resultados de estudios realizados en 135,458 casos de TDM y 344,901 controles.
El resultado fue que se encontraron nada menos que 44 genes asociados directamente a la depresión. Treinta de ellos no se conocían antes. Además, hallaron otros 153 que pueden tener cierta influencia en el padecimiento.
En ese sentido, preguntarse por el riesgo de padecer depresión “es como preguntarse qué tan altos somos. Todos tenemos ciertos genes que determinan qué tan altos somos. La depresión es más compleja, pero hay tantos componentes genéticos que es imposible no tener algunos de ellos. La pregunta es, entonces, cuántos tienes” comentó a Newsweek en Español, Gerome Breen, investigador del Departamento de Genética Social y Psiquiatría del Desarrollo del King’s College de Londres y uno de los coautores principales del estudio.
“La depresión tiene diversos tipos y grados, e incluso puede presentarse junto con otras enfermedades mentales. Los cuadros más frecuentes se asocian a cambios bruscos en las rutinas, como el nacimiento de un hijo, o bien a cambios de clima, o a lugares con pocas horas de sol al día; los más graves se asocian a la violencia, el maltrato o el estrés causado por situaciones como perder el trabajo, tener una niñez complicada, divorcios, la muerte de un ser querido, la mala salud” comentó la Dra. Cathryn Lewis, investigadora en genética estadística, de la División de Medicina Genética y Molecular del King’s College de Londres y otra de las coautoras principales del estudio.
Ahora, estar deprimido no es lo mismo a estar triste. La tristeza es un sentimiento normal para los seres humanos que se puede volver patológico cuando resulta en una carga excesiva, la depresión es una enfermedad que varía en gravedad según el caso, pero puede evolucionar hasta fases psicóticas y suicidas.
A causa de distintos motivos, muchas de las personas que están deprimidas no reciben apoyo profesional; algunas porque no saben que lo están, otras lo saben pero no buscan ayuda por el estigma que socialmente carga la atención a la salud mental y otras más no lo hacen por la falta de apoyo en sus redes cercanas donde comentarios como “ya se te pasará” “es cuestión de que veas las cosas de otra manera” o “todo está en la mente” desaíran las intenciones de tratar su padecimiento.
Sin embargo, es importante que aprendamos la importancia que tiene cuidar del mundo interior que aunque no lo vemos a través de una pantalla de rayos “X”, allí está, influyendo en nuestro mundo exterior y como nos relacionamos con él en el día a día. Tener una mente sana permite crecer, sanar y crear. Si notas síntomas de depresión o ideas suicidas en ti o en alguien más, no dudes en recurrir a la ayuda profesional y especializada. Las cosas de la mente no se arreglan no pensando en ellas.