¿Cuántas veces no hemos escuchado el apellido Bárcenas? ¿Cuántos de nosotros soñamos con volar? Esta última pregunta se la planteó David Bárcenas Beutelspacher, donde la voluntad, sueños y pasión se convirtieron en el motor que impulsó la trayectoria de una leyenda en la aeronáutica de México.

David Bárcenas nació en la ciudad de México el 9 de abril de 1922, sin embargo, el niño que la gran ciudad formó con una inmensa obsesión por las naves de acero, soñaba con especializarse en lo que más lo hacía feliz, en un ingeniero aeronáutico. Por otra parte, el deber familiar no se quedaba a un lado, la familia del pequeño David requería de su ayuda para sostener a una familia numerosa, tuvo que dejar de lado sus sueños un poco porque la estabilidad de la familia, lo era todo para él.

Dicen que el destino y las cosas que te deben suceder llegan en el tiempo que corresponde; así fue como Bárcenas nunca abandonó una ilusión, los gráficos que dibujaba de niño estaban más presentes que nunca… Después de haber colaborado en diversas fábricas de muebles metálicos, donde se destacaba su habilidad de modificar el proceso maquinario y gracias a eso, los niveles de producción aumentaban, no tardó mucho en darse cuenta de su ingenio y decidió en 1942 abrir su propia fábrica de muebles de metal y pantallas para luz fluorescente, más tarde tuvo que despedirse de ella, pues los materiales que usaba quedaron restringidos por la Primera Guerra Mundial.

Una vez más se cerraban las puertas y aún así, la perseverancia de David no se vió derrotada. Una luz por fin se divisaba, su tío el capitán Fernando Baca estaba a cargo de la base de Aeronaves de México en Uruapan así que lo invitó a colaborar en esta compañía.

En 1951 la capacidad y experiencia le permitieron a Bárcenas posicionarse como jefe de mecánicos para Aeronaves de Michoacán-Guerrero S.A. en la Perla del Cupatitzio. Nunca se rindió y aunque el sueño de estar en constante relación con los aviones marchaba bien, recordó aquellos dibujos fantasiosos de su niñez y lo inspiraron a darle vida a su nueva empresa Aeroservicio Bárcenas, cuyo logotipo fue un dibujo que había diseñado cuando era más joven.

Y es así como inicia una nueva aventura para un legendario de la aeronáutica mexicana, los siguientes sucesos fueron complicados pero David Bárcenas nos dice a través de su historia que nada es imposible si de verdad lo deseas con el alma.

Recordó aquellas modificaciones que le permitían destacarse en la fábrica de metal, era lógico que debía hacer lo mismo; rediseñó y le otorgó más estabilidad a la aeronave Piper PA-18 así como la especialización en la reparación de aviones fumigadores. En 1962 llegan más alegrías, la DGAC (Dirección General de Aeronáutica Civil) le otorga la Autorización N° 3, que acreditó el tercer taller mecánico de aviación autorizado en México.

Con una meta cumplida, el confort no tocó sus puertas, pues estaba listo para empezar a construir su propio avión fumigador, el Bárcenas B-01. Una historia que sin duda merece reconocimiento y orgullo uruapense…