Uruapan, Mich.- El pintor austriaco Gustav Klimt fue a la vez respetado y controvertido en vida. Tras su muerte, de la que se cumplen hoy 100 años, fue olvidado durante décadas. Pero ahora es un imán para el público.
Una de sus obras más conocidas, ‘El beso’, está de mundanza desde el ala oeste al ala este de la Galería Belvedere de Viena. La pintura, que muestra a Klimt y a su novia Emilie Flöge abrazados, se exhibirá en una vitrina de acero protegida por un cristal antibalas, en una sala más cómoda para los visitantes.
El traslado se enmarca en la nueva presentación de la colección de la Galería Belvedere, que cuenta con 24 pinturas de Klimt: más que ninguna otra pinacoteca del mundo.
Gustav Klimt nació en Viena en 1862, en el seno de una familia muy humilde, y logró convertirse en un alma libre a lo largo de su vida. Con 21 años y una buena formación, fundó una compañía artística junto con su hermano Ernst y Franz Matsch. Los negocios les iban bien bajo el Imperio austrohúngaro gracias a los encargos públicos. El trío se adaptó al gusto de la época, Klimt se convirtió en retratista y mostró su maestría en el cuadro casi hiperrealista «Sitzendes junges Mädchen» (Chica joven sentada), de 1894.
Ese año tuvo lugar su punto de inflexión con el encargo de tres cuadros para la Universidad de Viena. Esas pinturas sobre la «Filosofía», la «Medicina» y la «Jurisprudencia» dejaron en shock a quienes las había encargado.
Klimt se negó a adaptar los cuadros a los deseos de los responsables de la Universidad y en adelante renunció a aceptar encargos públicos. Sin los encargos oficiales, Klimt se dedicó sobre todo a trabajar para la floreciente burguesía judía. Bajo la influencia japonesa, que subraya la superficie frente a la perspectiva, pintó muchos retratos de mujeres durante su periodo dorado (1900-10). El más famoso es que hizo a Adele Bloch-Bauer en 1907 («Goldene Adele»).
Junto con Flöge pasó a menudo temporadas en el pintoresco lago Atter, en la zona montañosa de Salzkammergut, donde pintó 46 cuadros, entre ellos «Die große Pappel»
Mientras que mucha gente pasaba hambre en la Primera Guerra Mundial, Gustav Klimt superó ese tiempo de escasez gracias a sus numerosos contactos. El 11 de enero de 1918 sufrió un derrame cerebral, fue hospitalizado y murió por una neumonía.
Pronto cayó en el olvido, pero en los años 80 volvió a cobrar relevancia, en parte por el debate sobre el arte robado por los nazis.
Uno de los casos más espectaculares fue del retrato «Goldene Adele», robado por los nazis a la famlia de coleccionistas judíos Blocher. Los años de disputa entre el Estado austriaco y la heredera, en Estados Unidos, llegaron a los periódicos en todo elmundo.
En 2006, el cuadro fue entregado a la heredera y poco después se vendió por 135 millones de dólares. Klimt se convirtió entonces en el artista más caro del mundo y hoy sigue siendo un imán para quienes visitan Viena.
Con información de Milenio