Los naturales, cuando llegaron los españoles no recibieron justicia, recibieron más bien la carga de sus ambiciones. Los naturales querían por lo menos vivir en paz, pero no los dejaron, ya habían pasado los tiempos de la paz, por lo menos, la paz de su natural independencia. Querían, tal vez, llegar al culmen de su progreso natural. Pero ya estaba otro progreso sobre sus espaldas. Los naturales no hicieron más que comer su silencio. No hablaron o, si hablaron, fue muy leve su voz. Nadie los oía y, todavía hoy, casi nadie, casi nadie los oye. Esa fue la dirección de la conquista y ese fue el alcance que tuvieron.

Decía Aristóteles: “Se piensa que lo justo es lo igual, y así es; pero no para todos, sino para los iguales. Se piensa, por el contrario, que lo justo es lo desigual, y así es, pero no para todos, sino para los desiguales.” La justicia es tan diferente y tan indiferente. No se alcanza, a ver ni su principio, ni su fin. Pero, en las distintas etnias de la conquista lo que menos se buscó fue hacer justicia. La hubo, pero más en lo civil bueno y en lo religioso mas bueno. Y en esto decía Víctor Hugo: “Ser bueno es fácil; lo difícil es ser justo.”

Ha venido a través de la historia, dejándose espacios de vacío de amor y de justicia. No se le dio a cada quien lo le correspondía. Y ahora parece que el tiempo cobra y la historia reclama. Decía Voltaire:”Los pueblos a quienes no se hace justicia se la toman por sí mismos, más tarde o más pronto.” Y eso es lo que ha pasado en las acciones más violentas de la historia. Los pueblos también reclaman justicia.