Ser un pireri o un pirerichia no es cualquier cosa, se necesita un talento especial y un gran ingenio que exprese a través de la voz sentimientos, pasiones e inquietudes del pueblo purépecha.
Se trata de artistas empíricos y autodidactas cuyo oficio encuentra su esplendor en la disciplina y la inspiración, pero también hay quienes cuentan con una sólida formación académica en los conservatorios de México y del extranjero. En el último caso, resalta Erandi (amanecer) de los hermanos Bautista Paracho cuyo director Javier Bautista Ramírez tiene estudios especializados de maestría en violín y música de cámara en la universidad de parís, en Francia.
La pirekua se canta de manera individual (acompañada de una guitarra) en dueto o en trió (acompañada de guitarra y requinto); o bien en comparsa de grupos corales, orquesta de cuerdas y orquestas mixtas (cuerdas y alientos); sin embargo, en la actualidad también puede acompañarse de banda de viento y hasta banda sinfónica.
Con el tiempo, los pireris se han reconocido como un gremio, cuyo oficio es el de cantores itinerantes en la comunidad indígena actual, quienes a manera de juglares de la edad media, van dando noticias a su comunidad de lo que ocurre en otras latitudes, lo mismo que expresan los sentimientos mas profundos tanto de amor, desamor, consuelo, alegría y celebración. Según Javier Mellápeti la pirekua tiene una vigencia a prueba de lo puede venir.
Los grupos, banda, pireris y poetas compositores tienen mucho que decir a los hombres y las mujeres de Michoacán.