El ritual de las aguadoras también llamado “las portadoras de agua bendita”, es una tradición del pueblo purépecha y que desde hace algunos años se ha trabajado por rescatar.

Cuenta la historia que hace cientos de años, cuando el Uruapan de antaño gozaba de un suelo fértil y el río Cupatitzio murmuraba su eterna canción a la sombra de los árboles, hubo día, cuenta la leyenda, que el río Cupatitzio dejó de murmurar como antes, quedando seco el cauce; los verdes campos sin agua, estaban tristes y amarillos por las hojas secas. Hubo angustia, pena, ruegos y llanto, hasta que un día Fray Juan de San Miguel se puso a meditar por esta desgracia, sus ojos volteaban al cielo y sus plegarias como sus rodillas no dejaban de tocar el suelo; un rayo divino hizo que sonaran las campanas y la gente se juntó; se hizo una procesión con la virgen y las doncellas del pueblo, las huananchas o muchachas que la custodiaban. Llegaron a donde estaba el manantial, ahora ya seco y triste; se oró y Fray Juan de San Miguel roció agua bendita entre las rocas del cauce vacío; el suelo se sacudió y se estremeció, surgió un fétido olor a azufre y de los más profundo se escuchó un grito y surgió la figura de satanás que retrocedió espantado y cayó hincado en una roca que aún conserva la oquedad, una rodilla del príncipe de las tinieblas.

Las aguadoras son un grupo de mujeres de cada uno de los barrios, vestidas con el traje tradicional purépecha, esta actividad es considerada para los indígenas como un ritual y es por ello que todas las mujeres deben llevar un característico mandil blanco, acompañadas por un cántaro de barro, adornado con miniaturas de madera, barro, flores o frutas.

El recorrido de las aguadoras comienza en el río Cupatitzio, en donde se llenan los cantaros con sus aguas, y al ritmo de la música se realiza el recorrido al centro histórico de la ciudad, hasta llegar al Templo de la Inmaculada Concepción en donde el agua es bendecida.

Este ritual es realizado el «Domingo de Resurrección», como el símbolo del amor y cuidado a las aguas del río Cupatitzio, por parte de las comunidades indígenas y los barrios tradicionales de la ciudad de Uruapan, es un ritual en el que se lucen las portadoras de agua bendita, al sentirse orgullosas no solo de cuidar del río, si no también de conservar la identidad purépecha.